Fiel al estilo del partido demócrata estadounidense, el intendente de la capital, Domingo Amaya, lanzó anoche su candidatura a gobernador. ¿Por qué la analogía con la fuerza política que actualmente encabeza Barack Obama? Simplemente por las formas y el simbolismo utilizado para la ocasión: un hotel cinco estrellas repleto de invitados especiales, un atril para dirigirse al público, pantallas LED, gigantografías por doquier y, al cierre del mitin, un copetín para los periodistas que concurrieron a la cobertura.
Como si se tratara de una velada boxística en el Caesars Palace de las Vegas, la potente voz del locutor del evento (Walter Carrazana) anunciaba, pasadas las 20, el ingreso de Amaya y de su principal escudero político y candidato a intendente, Germán Alfaro. Una melodía de película épica resonaba por los parlantes mientras, una tras otra, las imágenes de los candidatos se replicaban en las pantallas gigantes.
Acompañados de sus respectivas esposas e hijos, Amaya y Alfaro se ubicaron en la primera fila del salón. Muy cerca de ellos, el empresario Emilio Luque sobresalía entre los invitados. “Me gustaría que Amaya sea gobernador. Aunque preferiría también que José Cano lo acompañe”, soltó a LA GACETA el supermercadista.
Alfaro fue el primero en hablar. Apenas comenzó su alocución recordó los problemas que en materia financiera tenía el municipio. Le reprochó al Gobierno provincial que no le haya permitido a la Municipalidad refinanciar la deuda pública “en cómodas cuotas”. Luego anunció una serie de medidas que pondría en marcha en caso de acceder a la Intendencia. Prometió crear la Policía capitalina, también la “municipalización” del servicio de aguas y cloacas hoy en manos de la SAT, anunció la creación de un centro de adicciones y, por último, prometió que si gana las elecciones implementará el boleto gratuito para los estudiantes de todos los niveles que residan en San Miguel de Tucumán.
“Quiero hacer una alianza con la sociedad. Alianza que ahora está rota por la soberbia y el autoritarismo de este Gobierno. No me voy a dejar presionar por cuatro o cinco empresas constructoras ligadas al Gobierno. Quiero decirles a todos que la fiesta se está terminando en el edificio de 25 de Mayo”, cuestionó Alfaro en alusión a la Casa de Gobierno.
A la hora de cerrar su discurso, el secretario de Gobierno municipal le dedicó un párrafo aparte a las comparaciones personales y reiteró las palabras que el año pasado lo distanciaron definitivamente del Poder Ejecutivo. “Amaya, mi hermano que me dio la vida, es mejor persona, mejor padre de familia y va a ser mejor gobernador de Tucumán”, gritó Alfaro.
Segundos después de subir al escenario, Amaya se despachó contra la política de seguridad del Poder Ejecutivo. Le recriminó al Gobierno que en sólo cinco días, dos de sus principales dirigentes hayan sido víctimas de delincuentes que balearon sus respectivos vehículos. “Voy a gobernar para que de una vez por todas se terminen las bandas armadas que atacan a quienes pensamos distinto”, prometió.
Luego, el intendente se ocupó de la crisis azucarera por la que atraviesa el sector y se refirió a las inundaciones que azotaron la provincia. “No fue la naturaleza la que se ensañó con los pueblos, sino que fue la falta de planificación, de mantenimiento. Esto ocurrió por una decisión política, la que priorizó el gasto y la realización de obras sin licitaciones y adjudicadas a empresas amigas. Se nos cayeron 11 puentes: 11 puentes destruidos. Se cayó el maquillaje de esta gestión”, fustigó Amaya.
Al cierre, el jefe municipal exclamó: “me comprometo a reconstruir Tucumán. Y quiero decirles a aquellos que nos atacan: ¡No nos van a detener!”.