“Cuando los padres reciben el diagnóstico de que su hijo tiene un trastorno generalizado del desarrollo llamado autismo, viven una situación muy desesperante: son presas de desconcierto, inquietudes, temores, ansiedad, dudas. Estos sentimientos se entretejen conformando una verdadera encrucijada. La información y el acompañamiento son dos ejes fundamentales para modificar el panorama y ayudar a los padres a reencontrarse con la esperanza”, explica Beatriz Mignone, presidenta de la Fundación Niño Prematuro y su Familia.

En adhesión a la celebración del Día Mundial de Concientización del Autismo, que se conmemoró el jueves, mañana a las 19 la licenciada Mignone dará la charla “¿Es autismo o no es autismo?”, en la sede de la fundación, 25 de Mayo 558.

El tiempo y la ciencia han ido aportando más claridad sobre el diagnóstico y orientando sobre los caminos a seguir para que tanto el niño como la familia alcancen calidad de vida.

Durante más de una década se pensó que solo se podía diagnosticar el autismo al concluir la primera infancia, a partir de los 3 años. “Hoy ya se puede diagnosticar desde los seis meses de vida, y si bien no cambia el trastorno de base, mejora notablemente el pronóstico del desarrollo del niño”, advierte Mignone.

En su opinión, la información es un eje fundamental para los papás porque pueden observar la vinculación y el feed back (ida y vuelta) de la comunicación con su bebé desde que nacen.

El autismo afecta en el mundo a uno de cada 68 individuos, y más a varones que a mujeres. Uno de cada 42 niños varones puede presentar alguna de las formas del espectro autista. Mignone repite que el diagnóstico temprano es muy relevante para poder iniciar las terapias propiciando la organización del niño y el de su familia. “Es muy importante difundir estos datos para que los que van a ser padres o los que ya lo son estén atentos. Por cualquier inquietud pueden acercarse a la fundación o enviar un mail a discípulo@arnet.com.ar

Síntomas y signos
El autismo impacta en la comunicación, la socialización y la conducta. Algunos de los síntomas y signos de alarma son :

- A ausencia de contacto visual

- Rechazo al contacto corporal,

- El niño no señala objetos

- No reacciona al ser llamado por su nombre

- El juego imaginativo o simbólico están ausentes.

Las técnicas de neuroimágenes o análisis de laboratorio, no aportan información concluyente para el diagnóstico de Trastornos del Espectro Autista (TEA), aclara por su parte la doctora Ana Beraudi, psiquiatra y jefa de la Clínica de TEA enn la fundación Ineco. De ahí que la manifestación de alguno de los síntomas señalados es suficiente para hacer una interconsulta con el neurólogo o el psiquiatra infantil para iniciar una evaluación integral multidisciplinaria. En la medida en que el niño reciba una evaluación completa, recibirá la estimulación más adecuada y las mejoras se evidenciarán en menor tiempo.

Un cerebro diferente
En la actualidad, existe consenso científico suficiente para aseverar que el autismo es consecuencia de una alteración en el desarrollo del cerebro afirma el licenciado Ignacio Gath, psicólogo, y coordinador de la Clínica de TEA y Síndrome de Asperger de Ineco. Si bien aún no se conoce el mecanismo que lo provoca, ni existe cura definitiva, hay evidencia concluyente de que el cerebro de un niño con autismo es diferente de aquel que vive sin el trastorno.

Gath considera que es esencial incentivar la participación de las familias y de otros actores que forman parte de la vida cotidiana del niño: docentes, equipos escolares, acompañantes, cuidadoras y niñeras son fundamentales en el proceso y seguimiento. Su colaboración es importante para mantener y consolidar los logros terapéuticos en los diferentes ámbitos de desarrollo del niño con TEA.