- ¿Saben dónde hay una gomería por acá?

- No. No hay ninguna gomería.

Ese fue el primer intercambio de palabras que mantuvieron tres menores de edad con un violador, quien los atacaría segundos después. Sucedió el jueves a la siesta en un callejón de un barrio de la comuna de Colombres, departamento de Cruz Alta.

La víctima es una adolescente de 13 años, que desde esa tarde permanece internada en el Hospital del Niño Jesús. Sus primos, otra adolescentede 13 años y un nene de dos, fueron testigos del ataque sexual. La mamá de esos chicos, tía de la víctima, habló con este diario y relató cómo se produjo la agresión.

“Era un grupo de seis chicos que iban caminando a la escuela, como a las 13.45”, comenzó a contar la mujer (su nombre y el de su sobrina se preservan por ser la víctima menor de edad y´por tratarse de un delito sexual). Tres de ellos se quedaron en el establecimiento y emprendieron el regreso las dos adolescentes y el bebé. Fue en ese trayecto cuando se encontraron con un hombre, que estaba sentado sobre una moto y que les preguntó por la gomería.

Tras escuchar la respuesta de los chicos, el agresor les cruzó la moto para impedir que continuaran caminando. “Lo agarró al chiquito y les dijo que entren por un callejón, en medio de los cañaverales, o si no lo mataba a él”, relató la tía. Y las dos adolescentes accedieron.

Adentro, en medio de las cañas, el violador los amenazó con un arma de fuego. “Me mataba ahí”, diría más tarde el chiquito, señalando con el dedo índice su garganta, a donde el agresor le apuntaba con el arma.

Miedo y lágrimas

De acuerdo al relato de la tía, el violador le ordenó a una de las adolescentes que agarrara a su hermanito y le tapara la boca para que no llorase. Después intentó desprenderle el pantalón a la otra jovencita. Como no pudo, le ordenó que lo hiciera ella.

Allí la violó. Más tarde, el pequeño también contaría que “el viejo se sacó el pantalón y ella lloraba”.

El violador intentaba cubrir su rostro con una gorra, que en un momento se le cayó. “¡No me miren!”, les gritó a las víctimas y la levantó del piso para taparse rápidamente. Acto seguido, se subió los pantalones y se fue.

Pánico

“Los chicos quedaron ahí. Mi hija no reaccionaba porque pensaba: ‘ahora me toca a mí’. Un rato después salieron calladitas hasta que llegaron a una canchita del barrio y ahí empezaron a gritar. Se fueron a la casa de mi suegra y no podían hablar, solamente lloraban”, dijo la mujer.

“Volvé urgente”, decía el mensaje de texto que le envió una vecina, enterada de lo que había pasado. La mujer regresó de inmediato y llevó a su sobrina al CAPS más cercano.

“Cuando llegué, lo primero que me dijo mi sobrina es que lo había hecho por él, porque a él lo había agarrado primero”, recordó la mujer, señalando al nene.

Reticencias

Según dijo la tía, en el CAPS se les acercó un comisario. “No nos quiso tomar la denuncia. Nos hizo subir a un móvil y nos llevó hasta el lugar (del hecho) para que mi sobrina le indique dónde había sido. Después volvimos al CAPS y desde ahí nos vinimos en ambulancia al hospital. Acá la Policía ya nos trató mejor”, rescató.

La dejaron hablando

La mujer estaba indignada por el trato que recibieron de parte de ese comisario y de parte de una médica que -según dijo- las recibió en la guardia del hospital. “Esta doctora nos hizo pasar a una piecita donde había otra doctora más. Le preguntó a mi sobrina qué había pasado. Ella le empezó a contar y la doctora se fue, la dejó hablando. La otra (médica) que quedó ahí estaba con el celular y no le prestaba atención. Yo le dije a mi sobrina que se calle y que no cuente nada más”, comentó la tía, todavía enojada.

15 días más

La mamá de la víctima, por su parte, dijo que un médico forense le confirmó que su hija había sido violada. “Ahora está con suero, le hicieron todos los análisis pertinentes para saber si tiene alguna enfermedad. La doctora que la está atendiendo me dijo que se va a tener que quedar 15 días más para ver cómo evoluciona”, indicó la mujer. Hoy le informarán el resultado de esos análisis.

Tanto la adolescente como su mamá están recibiendo contención psicológica. No así su prima, que presenció el hecho, según se quejó su madre.

La investigación está a cargo de la fiscal de Instrucción de la VI° Nominación, Adriana Reinoso Cuello. Pero todavía no hay novedades acerca del agresor. Los testigos lo describieron como un hombre mayor de 30 años, con barba, que vestía bermudas y una remera con la marca “A+”. En una pierna tenía un tatuaje. “Era como una bolsa de dinero con un arma”, describió la tía.