NÁPOLES.- La sangre de San Genaro, el “milagro” que anualmente se repite en la fiesta del santo patrón de la ciudad de Nápoles, volvió a repetirse de forma extraordinaria ante la visita del Papa Francisco. “La sangre se ha licuado a medias”, anunció el cardenal Crescenzio Sepe, arzobispo de Nápoles, al concluir el mensaje del Papa a los sacerdotes y religiosos diocesanos. “El arzobispo ha dicho que la sangre se ha licuado a mitad, se ve que el Santo nos quiere a media, entonces debemos convertirnos más para que nos ame más”, bromeó inmediatamente el Papa.
El “milagro” se repite para las fiestas del santo (el 19 de setiembre), pero ante un Papa no ocurría desde 1848. La historia certifica un solo caso: La sangre contenida en la ampolla balsamera -es del siglo IV- se disolvió sólo en presencia de Pío IX, quien se vio forzado a huir de Roma por una revuelta popular, se refugió en Nápoles, y fue a venerar las reliquias del patrono de la ciudad. Los napolitanos se preguntaban si el papa argentino podría hacer ese “milagro”. Cuando Juan Pablo II y Benedicto XVI visitaron Nápoles no se realizó el “milagro”.
Tras la misa, y luego de saludar a los religiosos, el Papa dio la bendición con la reliquia. Cuando la recibió, la sangre estaba sólida, en un lado de la ampolla de vidrio. Al devolver el relicario al cardenal Sepe, el arzobispo lo miró y dijo: “Se ve que San Genaro ama al Papa, pues la sangre se ha licuado ya a medias”. El fenómeno suele requerir varios minutos antes de que la masa rojiza reseca adherida a un lado de la ampolla se convierta en sangre completamente líquida que cubre todo el vidrio. La Iglesia no califica este fenómeno de “milagro” sino de “prodigio”, pero para los napolitanos es mucho más. Cuando, en la fecha prevista, la sangre no se licúa, temen grandes desastres. (Especial)