Tafí del Valle se caracteriza por conservar sus costumbres ancestrales; una de las más arraigadas es la de la yerra, que se convierte en el momento de encuentro entre los dueños de hacienda, los ayudantes, los invitados y los curiosos.
En las yerras, que en estos lugares se practican durante todo el verano, están presentes las comidas típicas del valle; la música y el baile criollo; y obviamente las destrezas gauchas.
El objetivo principal de una yerra es “marcar” y vacunar la hacienda. Para poder lograr esta tarea es indispensable controlar el animal. Es por ello que se necesita “pialar” el animal.
Un gaucho saca el vacuno del corral, lo lleva hasta el extremo del campo y lo suelta para que los “pialadores” hagan su trabajo: enlazar el bovino de sus patas delanteras para que caiga y pueda ser “maneado”.
Luego de que el animal es marcado y vacunado, se le corta la cola para señalar que ya fue tratado.
Aquellos “pialadores” que enlacen al animal en otra parte del cuerpo del animal son multados con la consumición de medio vaso de vino.
Otra tarea típica de una yerra es la castración de los terneros para ayudarles a incrementar el peso, mejorar las cualidades de la carne y así convertirlos en bueyes. Los testículos extraídos son consumidos luego de asarlos. Durante la jornada, los más jovenes muestran su coraje y su destreza criolla durante la doma.
“El casamiento” es uno de los momentos más importantes de la yerra. Una pareja de vacunos es bautizada y unida en matrimonio, bendecidos por un falso cura. Esta escena simbólica se realiza para augurar una buena fecundidad en lo que resta del año.
Luego de las tareas de corral, los dueños invitan a los presentes a su casa donde ofrecen empanadas, locro, estofado y abundante vino. Para finalizar el patio se convierte en un salón de baile criollo.