“Los militares tenían los fales (por los fusiles FAL) apuntando en la cabeza de los jueces”. Esta es una de las frases que el ex juez federal Manlio Torcuato Martínez empleó para graficar el relato sobre cómo era el trabajo de los magistrados durante el terrorismo de Estado, en uno de los pasajes de su declaración de esta semana. En ese contexto, el imputado por delitos de lesa humanidad mencionó que se había comunicado con funcionarios judiciales que fueron contemporáneos suyos para que contaran lo vivido ante el Tribunal Oral Federal local (TOF). Refirió a figuras como el ex juez de la Corte Suprema de Justicia, Eugenio Raúl Zaffaroni y el ex fiscal federal Julio Strassera (recientemente fallecido).
Los jueces Hugo Cataldi (presidente) José Asis y Mario Garzón resolvieron citar a Zaffaroni para que preste declaración durante la audiencia del viernes próximo. Se prevé que el reconocido letrado forme parte de la audiencia mediante el sistema de videoconferencia desde Buenos Aires. La participación de Zaffaroni será como testigo de contexto, es decir, no dará cuenta de un hecho específico relacionado con la causa sino de situaciones generales.
Por mail
Martínez había detallado que Strassera, fiscal del juicio a las Juntas, era su “amigo” y que años atrás había accedido a declarar. En el caso de Zaffaroni, puntualizó que se había comunicado con él mediante correos electrónicos. Aportó, mediante su defensa, una copia de la respuesta que le habría dado el abogado. En el documento que lleva la firma “R.Z” y que la parte adjudica al ex vocal puede leerse: “Con gusto expondré lo que se vivió, si es posible por medio de teleconferencia me sería mucho más cómodo. Aunque no integré la justicia federal después del golpe, sino la ordinaria de la Capital Federal, somos varios los sobrevivientes de esos años”.
Martínez, de 69 años, es juzgado desde el jueves. Está sospechado por sus “acciones y omisiones” en la investigación de la matanza de cinco militantes de Montoneros en mayo de 1976 en un domicilio particular de esta capital. Según la Fiscalía, sus actitudes habrían producido la “legitimación” de la ejecución extrajudicial del grupo por parte de policías y militares y “asegurado” la impunidad para quienes la llevaron adelante. Por otro lado, también se aborda la detención posterior del dueño del inmueble, ordenada por el ex juez.
“Enemigo feraz”
El sospechoso había declarado el jueves. Durante más de una hora, había cuestionado la instrucción del caso y rechazado vículos con el Gobierno militar.
“Quiero referirme a dos temas que hacen a la actuación de la Fiscalía”, había anunciado antes de cargar contra los fiscales N°1, Carlos Brito, y N°2 y coordinador de la oficina local de la Procuraducía de crímenes contra la humanidad, Pablo Camuña.
“Asistió a mi indagatoria y ese hecho la invalida”, criticó sobre la condición de ad hoc que revestía Camuña en ese momento. “(Me) dedicaba tuis (en la red social Twitter) todos los días. Hablaba en cuanto diario y micrófono se le prestaba”, había asegurado. El acusado había aportado al expediente una captura de pantalla de la cuenta que pertenecería al fiscal en la que este preguntaba qué hacía Martínez en los pasillos de la Cámara Federal cuando ese organismo debía definir su situación. “No tengo relación con los miembros de la Cámara. Sí la tuve con los fiscales Brito y (Emilio) Ferrer”, expresó antes de dedicarle varios minutos a Brito. “A él me unía una amistad que yo creía íntima. Tuvo un vuelco sustancial como funcionario público. Desde el día que estalló este tema, Brito me informaba permanentemente qué es lo que pasaba. Le pedí que se excusara, como hizo Ferrer, pero no quiso. Luego, se trasformó en un enemigo feraz. En el sentido de que germinaba en él cualquier cosa que pudiese significar un impedimento a mis derechos”.
Martínez, que ocupó el cargo entre 1974 y 1984, había manifestado que no compartió ni comparte “las ideas del gobierno militar” y que había pensado exiliarse junto a su familia tras la desaparición forzada del senador peronista Guillermo Vargas Aignasse, quien fue su padrino de boda.
“El paraguas de la justicia era un pasaporte a la vida, por eso me quedé en el cargo. No se iban a llevar puesto a un juez federal. El gobierno militar que asumió era nazi, gorila y fascista”, caracterizó al final de su declaración frente a los jueces.