Nunca había sucedido. Cuando en junio comience la Copa América de Chile, seis de las doce selecciones tendrán un DT argentino: Ricardo Gareca, se sabe, arregló la semana pasada con Perú y se suma a Gerardo Martino (Argentina), Jorge Sampaoli (Chile), José Pekerman (Colombia), Ramón Díaz (Paraguay) y Gustavo Quinteros (Ecuador). Algo debe indicar el dato. No es fácil, en un ambiente como el del fútbol, que se acepte que la selección sea dirigida por un extranjero. En Argentina, por ejemplo, suena casi imposible. Brasil también lo descartó de plano tras sus últimos fracasos y eligió volver a Dunga. No es así en otros países.
A Gareca, la Federación Peruana lo fichó pese a su última pobre experiencia en Palmeiras. Lo busca después de haber intentado primero por Marcelo Bielsa, ex de Chile y hoy DT revelación de la Liga francesa en Olympique Marsella. En la Liga de España, Diego Simeone es revulsivo con Atlético Madrid, al que conduce en la mejor campaña en toda la historia de ese club. Y en Inglaterra, por mencionar a otra liga top, Mauricio Pochettino recibe elogios en Tottenham porque es el DT que más oportunidades está dando a juveniles del club, algo había realizado en su elogiado paso anterior por Southampton. ¿Se sumará Alejandro Sabella a un club o selección de renombre, como vaticinan algunos?
Son apenas algunos ejemplos. Y, lo que es mejor, casi ninguno igual a otro. ¿Acaso Pekerman es igual que Ramón Díaz? ¿Acaso el Cholo Simeone es como Bielsa? El jueves pasado, le preguntaron a Miguel Ángel Gil, hombre fuerte del Atlético, cuál era la estrella del equipo: “Nuestro mejor jugador -respondió el dirigente- es Simeone”. El “Cholo” es el mejor pago del plantel. Lo suyo ya no es una simple racha. Pekerman, que a diferencia del Cholo sí ama la posesión de pelota, llegó a ser elegido el año pasado como la personalidad más destacada en Colombia. Su campaña trascendió el fútbol. Algo parecido a lo que había sucedido con Bielsa antes en Chile. Chile, pese al fracaso de Claudio Borghi, insistió con la línea argentina y eligió a Sampaoli, cercano a la línea del “Loco”, igual que Pochettino y el propio Martino. Bielsa es el ejemplo más claro de cuando una obra excede a su propio autor. El puede no proponerlo. Sus seguidores igual aparecen.
A Sampaoli lo reconocieron en Chile por su gran campaña previa con la U de Chile. A Quinteros (ex DT de Bolivia) en Ecuador por sus dos muy buenas temporadas previas con Emelec de Guayaquil. Y el propio Gareca había dejado muy buen recuerdo en Perú cuando coronó en 2008 a Universitario. A Ramón Díaz lo avala su pasado con River y San Lorenzo. Y lo avala también el hecho de que las nuevas autoridades del fútbol paraguayo, según me cuentan, tienen gran admiración hacia el fútbol argentino. No son los únicos. El Centro de Investigación, Historia y Estadística del Fútbol Español (Cihefe) eligió en febrero pasado al célebre Helenio Herrera (“HH”) como el mejor técnico de la historia de la liga de ese país, donde coronó bicampeón al Atlético y al Barcelona. La lista, en la que Simeone figura en el puesto 102, incluye 583 entrenadores. Nacido en 1910 en Tigre, ex obrero de Citröen, HH fue también DT del exitoso Inter de los años ’60 campeón de todo con un estilo defensivo que él rebautizó como “catenaccio”. HH fue un pionero en eso que el fútbol argentino tomó bien en serio: jugar “a ganar”. Es una gran chapa. Pero los más papistas, como suele suceder, pasaron la raya. Quisieron ganar como fuera. Y el juego pagó las consecuencias.
Que cada DT argentino tiene su propio libro quedó claro desde los tiempos de César Menotti y Carlos Bilardo, cada uno campeón mundial a su modo. Los dos hicieron escuela. Y Menotti, aún sin éxitos en muchos años, sigue siendo referencia mundial. Lo reconoció Pep Guardiola, DT de moda estos últimos años, cuando vino a Buenos Aires para hablar con Menotti y también con Bielsa, ambos importantes para su formación, igual que otro técnico argentino, pero de vóleibol (Julio Velasco). La puja “menottismo-bilardismo”, que dominó durante décadas, suena hoy a vieja en un fútbol argentino que abrió 2015 confirmando renovación. Ahí están, como más visibles, los casos de Marcelo Gallardo (River), el “Vasco “ Arruabarrena (Boca), Diego Cocca (Racing) y Jorge Almirón (Independiente), cuatro grandes con caras frescas y también cada uno con su libreto. Pero también ahí están Guillermo Barros Schelotto (Lanús) y Martín Palermo (Arsenal) como herederos directos de Carlos Bianchi. Y aparece Eduardo Coudet en Rosario Central. O Néstor Apuzzo haciendo una campaña inesperada con Huracán. En tono crítico, Juan Manuel Lillo, DT español que sirvió de inspiración a Guardiola, me dijo meses atrás que hoy los clubes eligen en realidad más al DT-reconocido que al DT-capaz porque “no contratan ideas”, sino supuestos títulos. “Si contrataran una idea -me dijo- la aguantarían como propia”.
En el alto nivel acaso no haya nadie más coherente en eso de defender ideas que Bielsa, más allá de si gusta o no su estilo.
El último viernes, su equipo, Olymnpique, repuntó con un formidable 6-1. Venía de resultados malos después de una gran primera rueda y por eso pasó de Dios a villano. Una de sus respuestas del jueves pasado, mal sintetizada en muchos medios, merece cerrar esta nota: “Lo (único) que ha cambiado, como es natural a medida que crece la competencia, es que la exigencia durante la semana ha disminuído. Los entrenamientos son más cortos y menos exigentes. Lo que hay que comprender es que todo aquel que recibe directivas, las valora si a través de ellas consigue éxito. Por mi experiencia personal sé que el método, el estilo y el sistema son buenos si ganamos y malos si perdemos. Y ustedes actúan con esa lógica, que es la lógica de los seres humanos…Ustedes creían que yo era mucho mejor de lo que en realidad soy...no están en condiciones de valorar ningún mensaje. Se haga lo que se haga está mal hecho”.
Bielsa citó un ejemplo: en una fecha dijeron que al OM le empataron porque él arriesgó con sus cambios y a la fecha siguiente que volvieron a empatarle pero porque fue miedoso. “En la primera parte del campeonato, ustedes creían que yo era muy bueno y que el fútbol francés debía imitar mi forma de proceder y ahora han cambiado de opinión y se expresan en sentido totalmente contrario…Tengo claramente visualizado que en los procesos negativos todos te abandonan: los medios de comunicación, el público y los futbolistas. Pero eso es propio de la condición humana: nos acercamos al que huele bien, y el éxito siempre mejora el aroma del que lo protagoniza; y nos alejamos del que huele mal, y la derrota hace que seamos malolientes. Y no es esto una victimización ni un reclamo, sino la descripción de algo que llevo 30 años viviendo y que se repite en cualquier actividad humana: nadie te acompaña para ayudarte a ganar y todos te acompañan si has ganado. Es la ley de la vida”.