“La historia de Rosalind Franklin representa bastante bien lo que les ha pasado a las científicas en los siglos pasados”, comenta Dora Barrancos, directora del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) por Ciencias Sociales y Humanas. A pesar de ser quien obtuvo los datos que permitieron definir que el ADN tiene estructura de doble hélice, la química inglesa no fue premiada con el Nobel. Murió en 1958, cuatro años antes de que la Academia Sueca reconociese la importancia del descubrimiento. “Pero eso no fue lo peor: le dieron el premio a las personas que habían usado sus datos sin su consentimiento y que la habían tratado con desdén como científica”, detalla. Sobre este caso y sobre otros, como la actualidad de las científicas en Argentina y la labor del Conicet, hablará Barrancos martes 10 de marzo en la Universidad San Pablo T.
- ¿Cuándo comenzó a cambiar el panorama de la mujer científica en el mundo?
- Recién en la segunda mitad del siglo XX hubo un movimiento un poco más inclusivo. Fue una insinuación para que las mujeres puedan desempeñarse en las áreas de la ciencia menos convencionales. En realidad, debe decirse que las mujeres fueron incluidas en las universidades solamente a finales del siglo XIX. Por lo tanto hubo un retardo histórico sobre la condición de habilitación de las mujeres para las ciencias llamadas duras. En la charla yo desarrollaré cómo, a pesar de las precariedades, inhibiciones, exclusiones y objeciones siempre han habido mujeres haciendo ciencia a lo largo de los tiempos. Por suerte, hay muchas mujeres que están siendo rescatadas por la historiografía y, en particular, por aquella que pone el foco en el desarrollo científico.
- ¿Cómo estamos hoy? ¿Qué hay que hacer?
- Hay que desarrollar una estrategia de gran afirmación y confirmación para el desempeño de las mujeres en el área científica y tecnológica. Porque, en realidad, el panorama sigue siendo absolutamente masculino respecto del gran reconocimiento. En el Conicet, en la base hay muchísima mujeres. Sobre todo en las ciencias biológicas. Pero resulta que cuando se asciende en la carrera las oportunidades las tienen los varones.
- ¿Por qué sucede eso?
- Por muchas razones de género. Porque las mujeres se desempeñan como madres, la paternidad cuida poco todavía (aunque ha cambiado muchísimo, muchos varones son cuidadores). Pero la responsabilidad principal de la crianza sigue reposando en las mujeres. Y las científicas no están por afuera de esa ley mayor patriarcal. También ocurre que si hay una pareja de científicos generalmente la mujer se apega a las oportunidades del marido científico; generalmente es ella la que relega la carrera.
- ¿Hubo cambios?
- Sí, hubo cambios para tratar de progresar en materia de equidad. En la charla voy a hablar de ellas y de las medidas que faltan todavía.
- ¿Qué se puede hacer a futuro?
- Estimular fuertemente con becas especiales a las mujeres que se dedican a la tecnología y extender las edades para esos casos, y otorgar becas particulares para las mujeres. Para equilibrar las cosas habría que ampliar las oportunidades que tengan los varones para atención de sus hijos: por ejemplo, ampliar las licencias de paternidad. Esa contribución hay que hacer; no se trata estrictamente de las mujeres sino de resolver el problema de la relación de genero. Hay que contribuir a que los varones se hagan más cargo de las tareas históricas de las mujeres.
- ¿Qué derecho las mujeres aún no han conseguido?
- Tenemos muchos derechos formales: la ley ha contribuido fuertemente, pero falta mucho para conseguir la equidad y mucho más para conseguir la igualdad de géneros en la sociedad y en la ciencia y tecnología.
- ¿Por dónde cree que pasan las reivindicaciones de lo femenino hoy?
- Pasan porque los varones asuman buena parte de las tareas domésticas. Esa revolución es extraordinaria. Si las sociedades son capaces de hacer la revolución doméstica será mucho más sencillo hacer las otras revoluciones. Necesitamos todavía lo básico: alterar las leyes de la vida doméstica. Eso sería ampliar el reconocimiento de la vida pública de las mujeres.