La amabilidad, la simpleza y el orgullo de ser labradores sirven de carta de presentación durante el encuentro de LA GACETA con dos de los pilares de la Cooperativa El Takellar, en Rodeo Grande (integrante del Grupo Las Queñoas, que hace tres años puso en marcha el emprendimiento del agroturismo de alta montaña). Walter García y René Delgado se prodigan en atenciones y en explicar cómo trabajan en ese “puesto base” u “hostel rural” donde se alojan los visitantes.

El Takellar está a 7 km del centro de Tafí del Valle, por la ruta 325, y a 2.220 metros sobre el nivel del mar. En la construcción de los dormitorios con capacidad para 12 personas, los baños, la cocina, el comedor y la galería participaron los cooperativistas, cada uno desde “lo mejor” que saben hacer. Está enclavado en un predio de 4 hectáreas, la mayoría dedicadas al cultivo de papa, hortalizas y aromáticos para consumo propio.

“Somos 10 en la cooperativa, con todos los papeles en orden”, arranca Walter con la verborragia atropelladora de su entusiasmo. “No es fácil llevar adelante este emprendimiento, pero es nuestro. Los parientes y vecinos nos ayudan de distintas maneras. Todos trabajan su tierra o las que pueden arrendar, y el beneficio es para todos. Acá el visitante puede ir a aquellas huertas para ver cómo se cosecha, se siembra o se prepara la tierra. Les mostramos también los cultivos (no tradicionales) que no conocen, como la quinoa, el amaranto, el cayote, maíces de colores y distintas plantas aromáticas y medicinales”, remarcó.

Por su lado, René es un reconocido artesano en la fabricación de quesos de cabra, y lo reafirmó en la tradicional Fiesta del Queso, donde obtuvo el primer galardón en el rubro degustaciones. “No sé leer, pero aprendí mucho en las capacitaciones para ser guía turístico”, reveló, mientras servía un mate cocido con yuyos, “bien a la criolla” , acompañado de un sabroso pan casero y su especialidad: el queso sin saborizantes ni conservantes. “No sé mucho de política, pero sí que se benefician muchas personas y artesanos cuando el trabajo de turismo se abre para todos y no para unos cuantos, como era antes”, apuntó.

Enfundado en su sombrero alado, René explicó cómo nació la idea. “Vino una ONG (CADIF, Centro Andino de Desarrollo, Investigación y Desarrollo) y reunió a los pequeños labradores, entre ellos yo, y propuso formar esta cooperativa; ya venían enseñando las distintas tareas del campo -indicó-. Le dimos forma al emprendimiento mirando el futuro y como una salida laboral inmediata. Gracias a Dios formalizamos los papeles, y podemos tener crédito para seguir avanzando”.

Luego habla de los servicios: “ofrecemos las camas, agua caliente, cocina y horno para que los visitantes hagan su comida, con vegetales y carne de la zona. También cabalgatas y caminatas hasta los Alisos, a 3.000 metros. Otros circuitos se organizan según lo que nos piden”, apuntó.

Walter, en tanto, insiste con nombrar al resto de los cooperavistas; considera que también son protagonistas. Ellos son Horacio Romano, Ariel Nieva y Sergio García (los iniciadores) y Marco Maidana (capacitador), Guido García, Oscar Cruz, Daniel Romano y Mario García. También se acuerda de Marcos Pastrana, que los inició en la capacitación. Y, con una expresión de anhelo y seguridad a la vez, concluye que dentro de poco anexarán un quincho con asador y horno de barro y más comodidades para el turista: “tenemos que seguir”.