La batalla se libra en Tribunales, en las calles y en los medios de comunicación, con mensajes camuflados en clave de noticia. Funcionarios nacionales se anotician de decisiones judiciales por las pantallas de TV, mientras el kirchnerismo agota baterías de teléfonos celulares intentando reagrupar la tropa y aguantar el embate.
La República experimenta una guerra entre los integrantes de sus instituciones y de los tres poderes del Estado. En el medio, millones de argentinos sienten un nudo en la garganta por el tufillo a incertidumbre que se respira en el país. Las multitudinarias marchas en toda la Nación mostraron que el miedo y el enojo es real, más allá del absurdo debate sobre si la manifestación en las plazas fue o no política-opositora. También mostró que el quiebre de la sociedad llegó a un punto ciego, profundo, al que por ahora no se le avizora un final.
La muerte del fiscal Nisman marca un inexorable antes y después en la autodenominada “década ganada” kirchnerista. Todo lo que pudo haber pasado y lo que podría haber sucedido hasta octubre de este año se aceleró de manera exponencial.
¿Casualidades?
Una muestra indisimulable de ello es la llamativa rapidez con la que avanzaron, amontonadas, causas contra funcionarios del Gobierno: en un sólo día imputaron a la Presidenta, Cristina Fernández; al canciller, Héctor Timerman; al diputado ultraK, Andrés Larroque; al piquetero, Luis D’Elía (el fiscal Gerardo Pollicita los acusó de encubrir el atentado contra la AMIA); al ministro de Salud, Juan Manzur; a la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, y al jefe de Gabinete, Jorge Capitanich (el fiscal federal Jorge Di Lello los acusó por los delitos de homicidio por comisión de omisión, en concurso ideal con abandono de persona e incumplimiento de los deberes de funcionario público, en el caso de la muerte del niño qom). Apenas unos días después, el vicepresidente Amado Boudou quedó al borde del juicio oral por el caso Ciccone y sube el volumen de los rumores sobre un inminente llamado a indagatoria de Máximo Kirchner por el caso Báez.
Tremenda avanzada judicial no puede ser casual.
Una fecha clave
El único bálsamo que recibió el kirchnerismo fue el del juez federal por Tucumán Daniel Bejas. El 18F, el día de la marcha, hizo pública la resolución por la que desestimó el pedido de indagatoria que pesaba contra el cuestionado jefe del Ejército César Milani, por la desaparición del soldado Alberto Ledo. Sin realizar análisis jurídicos sobre la desestimación al requerimiento del fiscal Carlos Brito, la fecha elegida por Bejas para publicitar su decisión merece, al menos, algunas conjeturas. Una es que buscó que la relevancia pública de su fallo fuera casi nula al estar todos los medios concentrados en la marcha por Nisman. O quizás fue un guiño para deslizar que está lejos de ese grupo de magistrados protestantes y cerca de los que se quedaron en sus despachos. Las especulaciones se reafirman por tres hechos concretos: Bejas recibió el pedido de Brito el 21 de diciembre pasado, firmó su fallo el 13 de febrero y ese mismo día salió de licencia. En medio de todo ese tiempo, el fallo se comunicó el 18F. Por segunda vez, ¿casualidad?
Con todo lo que está sucediendo a nivel judicial se abren incógnitas tenebrosas. ¿Qué impedía que los fiscales y/o jueces federales actuaran antes y con mayor rapidez en denuncias contra funcionarios? ¿Quién y cómo maneja la Justicia? ¿Cuáles intereses priman en ese poder estatal?
La muerte de Nisman fue el primer síntoma de la bacteria que enfermó al Estado y que tomó demasiados órganos que el aparato gubernamental no pudo ocultar.
Ya nada será igual
No sólo hay una porción de la sociedad molesta y convulsionada con la muerte de Nisman y todas sus implicancias. En Tucumán, a nivel político, comenzaron a notarse renovados signos de cambio en la relación del alperovichismo con el kirchnerismo.
Quienes más conocen al gobernador afirman que José Alperovich decidió bajar la persiana de la obediencia debida a la Presidenta apenas conoció la noticia de la muerte del fiscal del caso AMIA. La relación ya venía fría, pero ahora parece caminar hacia el desierto. Los últimos dos actos fuertes de Cristina (el último en la recontra inauguración de Atucha II), con gobernadores fieles presentes, no encontró al tucumano en el escenario. Al parecer, el último discurso que pronunciará como gobernador para inaugurar el período ordinario de sesiones, el domingo 1 de marzo, tampoco contendrá el aluvión de elogios para con la gestión K que siempre supieron estar escritos en esas páginas. Un detalle más: canal 10, el controladísimo medio alperovichista, transmitió en vivo la marcha “opositora” en apoyo a Nisman. Otra vez: ¿casualidades?
Alperovich transita así sus últimos meses de gobierno con la certeza absoluta de fin de ciclo combinado: suyo y del movimiento nacional que supo acompañar. Sufre con cada palo que impacta sobre la cabeza del hasta ahora candidato que bendijo para sucederlo. Juan Manzur se acerca al epicentro de la tormenta judicial y opositora. El gobernador no quiere perder las elecciones, pero ¿puede soltarle las manos a Manzur? La usina de rumores de los antimanzuristas se reactiva apenas las pantallas de los televisores muestran causas judiciales en su contra. Reaparecieron los comentarios sobre un cambio de dupla alperovichista para la sucesión, con combinaciones que incluyen a José López y a Beatriz Rojkés, y que excluyen no sólo a Manzur sino también a Osvaldo Jaldo. También se dijo que López podría terminar cerrando filas con Domingo Amaya.
El intendente capitalino y José Cano tomaron caminos distintos de manera casi definitiva en lo político y, al parecer, también en lo que tuvo que ver con el 18F. El intendente de la capital tuvo la “suerte” de estar en Buenos Aires para firmar el convenio para remozar las peatonales. Así, evitó tener que dar explicaciones sobre por qué sí o por qué no asistió a la marcha. Si hacía una u otra cosa, iba a tener un costo político o con los votantes o con el puñado de amigos kirchneristas que aún le quedan. Por el lado de Cano, el radical marchó en Buenos Aires. ¿Será candidato en esa provincia? Si el diputado nacional quería un acuerdo con el PRO, en la semana que termina también se equivocó: apareció en la foto con el peronista Gerónimo Vargas Aignasse y los macristas montaron en cólera.
Si esa alianza no le importaba demasiado, la postura del referente opositor fue correcta, mal que les pese a Elías de Pérez, a Sacca, a Romano Norri y hasta a Manzone, que se sumó a la interna radical: Cano lidera el Acuerdo Cívico, que integran diversos partidos y una cuota de peronistas. El radical debe tratar a todos por igual si pretende sumar. Sin embargo, en el centenario partido continúan empecinados en jugar en la “Liga” y no en “Primera A”.
Los pescadores que están ganando con este río revuelto son los que venían atrás en intención de voto en San Miguel de Tucumán. Si el Acuerdo Cívico llega dividido a las urnas, la intendencia será para cualquiera ante la dispersión de candidatos. Hay varios que podrían lograr una veintena del 100% del total de votos en este estratégico distrito y recibirse de alcalde con apenas eso.
Macri saca pecho
Mauricio Macri pasó por Tucumán y recibió miradas más respetuosas que en otras visitas. El jefe de Gobierno porteño siente que él es el cambio que la sociedad exigió en las marchas por Nisman. El jueves por la noche se reunió con un puñado de influyentes empresarios en un country de Yerba Buena. Les explicó cuál era su proyecto de país y les aseguró que en los últimos dos meses creció el doble que sus contrincantes Sergio Massa y Daniel Scioli en las encuestas. También aprovechó para lanzarle un mensaje a Cano, sin nombrarlo: no habrá acuerdo con la UCR local.
Los cambios se producen, por causa o por efecto, como enseña el milenario libro del Zóhar, el pilar de la sabiduría y de los estudiosos de la Kabbalah. Según este movimiento espiritual, las casualidades no existen. Siempre tienen un motivo.