“Lo que sucede en la vitivinicultura nacional impactará en Tucumán si no hacemos nada al respeto, y para eso debemos trabajar mancomunadamente”, opinó Alberto Guardia. “En nuestra provincia, la actividad se desarrolla en torno de un pequeño grupo de bodegueros que, con gran sacrificio económico y de tiempo dedicado a la actividad, han logrado hacer pie y producir muy buenos vinos, que son premiados en todos los varietales que concursaron: Malbec, Cabernet Sauvignon, Tannat y Torrontés”, destacó el bodeguero.

“Tanto enólogos como periodistas especializados han elogiado la actividad, lo que significó un fuerte empuje y apoyo cualitativo en los emprendedores”, describió. “Además, desde el Gobierno provincial hubo apoyo, con Ley de Promoción y el otorgamiento de subsidios del sector industria y agricultura de la Nación. Además, la actividad trabajó con el Ente de Turismo y el IDEP; constituyendo un trípode fundamental para su desarrollo”.

El consumidor tucumano también está reconociendo e incorporando nuestro vino en las mesas. Para el sector turismo, sobre todo en Tafí del Valle, significó un aporte cualitativamente enriquecedor y valorado. Tanto hoteles como restaurantes los han incorporado, con resultados muy favorables en ventas y gran demanda de los consumidores, puntualizó Guardia. “Los productores aspiran a colocar un millón de litros anuales al mercado para estabilizar la actividad, cifra ínfima frente a los casi 40 millones de litros que se consumen en Tucumán”, describió.

Si la Nación y el país están buscando alternativas para salvar la vitivinicultura argentina liderada por Mendoza y San Juan -la Presidente y los ministros se han reunido con representantes del sector-, creemos que “somos los propios tucumanos los que podemos salvar y sostener nuestra actividad, que si bien es muy antigua, recién en estos últimos cinco años se está desarrollando y organizando”.

Medidas como uso del vino tucumano en actividades oficiales y presencia en restaurantes y supermercados, llevarán nuestros vinos a un mercado de mayor consumo y evolución, sacándolo del nicho de las pocas vinotecas que subsisten en nuestra capital. “Las bodegas se están preparando para iniciar la vendimia, el desánimo nos embarga, sin recursos para insumos y a las puertas de un año más a quebranto, estamos ávidos de esperanza y optimismo, lo que no haremos es quebrarnos en nuestra voluntad ni abandonarla. El vino no es un negocio, sino una pasión que nos enorgullece”, concluyó.