El regreso al trabajo tiene un costo físico y psíquico, que puede ser positivo o negativo. Pero ambas situaciones no son definitivas, define Carolina Gallo, investigadora y docente en la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Esto tiene que ver con las representaciones, para aquellos que consideran el trabajo como un espacio real (físico, geográfico o mental) en el que pueden plasmar sus pasiones, desarrollarse como individuos y/o ser reconocidos socialmente. O en el que su aporte productivo tiene reconocimiento social. A esas personas, el trabajo les representa placer (en esos casos escuchamos “para mí es un placer venir a trabajar”), indica. Entonces son las vacaciones el momento en el que deben encontrar nuevas maneras de canalizar esas aspiraciones o pasiones; esas personas suelen decir que les deprimen los momentos de ocio y de descanso.

Pero para la mayoría de las personas el trabajo representa una actividad, que deben realizar habitualmente, como medio para obtener dinero, advierte Gallo. Claro que el objetivo es concretar otras actividades o acciones económicas tendientes a completar la imagen o representación social de lo que aspiran para sus vidas: comprar una casa, un auto, construir, viajar, realizarse una cirugía estética, mejorar la calidad de vida, etc. En este caso el trabajo es un medio y no un fin como en el primer caso.

La docente recuerda que la palabra «trabajo» deriva del latín tripalium, que era una herramienta parecida a un cepo con tres puntas que se usaba inicialmente para sujetar caballos o bueyes y así poder herrarlos. “El trabajo estaba considerado en el marco de una relación laboral, en la que solamente existían las reglas impuestas por los empleadores”, acota. Así, desde la esclavitud hasta el trabajo remunerado, es una acción habitual, en la que se asumen responsabilidades y obligaciones, y dan marco a las interacciones sociales propuestas en el mismo trabajo de acuerdo a la distribución de roles, funciones (organigrama) y relaciones sociales (amiguismo) lo que puede sumarle o restarle motivaciones, puntualiza.

Respecto de la individualidad de las personas y su percepción particular del hábito laboral, Gallo indica que será en la medida que concrete aspiraciones personales, se desarrolle en su profesión o como persona, entre otras aspiraciones, motivaciones o necesidades; que valorará el trabajo. El esclavo se sometía a ese trabajo porque su motivación era la vida; otros acuerdan en trabajos mal pagos por la urgencia económica o porque asumen que no tienen aptitudes o habilidades para desarrollar o proponer.

Objetivos

Pero la mayoría de los trabajos tienen misión, objetivos y una identidad propia independiente a la de sus trabajadores, por eso se habla de cultura o identidad institucional u organizacional. Y en esa propuesta, que los empleados aceptan, en la que participan y aportan, hay una tensión natural que debe ser relajada, distensionada para lograr el equilibrio necesario para el mantenimiento de esos objetivos laborales , remarca la experta en Prensa Institucional.

Las vacaciones son necesarias. Etimológicamente deriva del latín, vacare y/o vacation; la primera significa vacante, libre, desocupado y la segunda exención. “Es el período en el que las personas están libres de los hábitos, las rutinas laborales”, agrega. Hay un cambio importante en el que las personas se predisponen a descansar, a hacer aquello que les apasiona, realizar deportes, viajar, reencontrarse con la familia, reorganizar el hogar. Sin presiones, lo hacen porque quieren. Y con la tranquilidad de saber que tienen un trabajo y regresarán a él.

Pero el regreso, en estas condiciones suele ser difícil. La premisa de “hacer lo que uno quiere, cuando quiere” queda relegado al mandato laboral, los horarios a cumplir y la familia, los hijos, las reuniones sociales en un plano paralelo que genera en algunos casos estrés, porque la tensión regresa.

Pero las personas pueden hacer algo para que ese costo sea menor. La predisposición mental, según Gallo, es muy importante, una semana antes recordar el horario, las actividades diarias su importancia en el marco del trabajo y los objetivos institucionales que también les compete y los integra. Recordar que, se sientan o no valorados en su puesto, son importantes ya que en ningún empleador destinaría un sueldo por caridad.

Los empleadores, jefes, directores también tienen responsabilidad en el costo del regreso al trabajo. Gallo brinda estas sugerencias desde los comunicacional:

• Dar a los que se reintegran una bienvenida, expresarla oralmente con dinamismo, ímpetu, hacer comentarios triviales.

• No sobrecargarlos de tareas.

• Recordarles que sin ellos era difícil hacer esto o aquello, hacerles sentir valorados

• Expresarles que su ausencia se ha sentido

• Mantener una pequeña charla de tono informal, recordar anécdotas de las últimas vacaciones.

• Tener una charla (otra) motivadora, para el inicio laboral.

“El regreso de las vacaciones requiere un cambio de chip, el organismo debe adaptarse al nuevo ritmo que no solo es mental sino también físico. Lo complicado no es el regreso, ya que es saludable trabajar, sino que el esfuerzo está en acomodarse a la nueva situación. Por tal motivo cuando mejor hayamos planificado la salida, menor esfuerzo requeriría el regreso”, destaca a su vez Mariana Vázquez, directora de Recursos Humanos de Adecco Argentina.