BUENOS AIRES.- El fin de semana que murió, el fiscal Alberto Nisman había hecho gestiones para conseguir un arma. No sólo con su empleado Diego Lagomarsino, el dueño de la pistola hallada al lado de su cadáver. Recurrió también a uno de sus custodios, según publicó el portal "Todo Noticias".
El sábado por la mañana Nisman llamó a uno de los 10 policías que tenía asignados para su protección, Rubén Benítez. Lo invitó a entrar en su departamento y le pidió asesoramiento para comprarse un arma.
Le explicó que quería llevarla en la guantera del auto cuando saliera con sus hijas. Benítez le aconsejó una pistola, y quedaron en volver a hablarlo el lunes.
Esta novedad va en la línea de lo que declaró Lagomarsino, luego de que se supo que fue él quien le prestó la pistola que ocasionó la muerte a fiscal del caso AMIA.