LA HABANA.- La imagen era impensable hasta hace apenas cinco semanas: una alta delegación gubernamental de Estados Unidos negociará desde hoy en La Habana con el gobierno de Raúl Castro, de igual a igual, para poner fin a más de medio siglo de “guerra fría” entre ambos países.
El histórico acercamiento entre los viejos enemigos ideológicos fue anunciado el pasado 17 de diciembre tras meses de negociaciones secretas, y debe concluir en los próximos meses con la reapertura de sendas embajadas en Washington y La Habana.
Se cambiaron décadas de una política exterior “de un día para otro”, resumió el senador norteamericano Patrick Leahy desde la capital cubana.
Leahy lideró el fin de semana una delegación del Congreso estadounidense que visitó la isla de cara a las negociaciones que deben abrir una nueva era entre ambos países. El senador demócrata por el estado de Vermont fue también él mismo uno de los gestores del anuncio hecho en diciembre por el presidente estadounidense Barack Obama, y su homólogo cubano, Raúl Castro.
Leahy medió para conseguir la liberación de Alan Gross, un cooperante norteamericano preso en Cuba desde 2009 y una de las piezas claves para el nuevo comienzo diplomático. Otra fue la excarcelación de tres espías cubanos presos en Estados Unidos desde 1998.
La reconciliación entre Washington y La Habana relanza una relación que ha marcado como pocas los vínculos de Estados Unidos con América Latina. Desde los turbulentos días de los años 60 en que Fidel Castro expropió a las empresas norteamericanas en Cuba y en que las tensiones de la Guerra Fría pusieron al mundo al borde del conflicto nuclear en el Caribe, la isla ha sido un bastión de la oposición a Estados Unidos en la región.
El acercamiento a Cuba no sólo le podría devolver ahora a Obama el protagonismo político en Washington, sino que redefinirá también previsiblemente sus relaciones con América Latina. La Casa Blanca se había quedado sola desde hacía tiempo en la región con su política de aislamiento hacia el gobierno de los Castro.
El giro político de Obama prevé ahora una serie de flexibilizaciones al embargo que Estados Unidos impone a Cuba desde los 60. Las medidas que entraron en vigor el viernes permitirán a los norteamericanos viajar con más facilidad a la isla. Paralelamente, las empresas estadounidenses ofrecer tecnología a Cuba.
El embargo, no obstante, sólo puede ser levantado por el Congreso, donde ambas cámaras están bajo el control de los republicanos. Los conservadores abogan tradicionalmente por una política de mano dura contra el castrismo. “El Congreso tiene que aceptar su responsabilidad también”, pidió Richard Durbin, senador demócrata por Illinois.
Las delegaciones de Cuba y Estados Unidos se reunirán hoy por primera vez. En la agenda para las conversaciones en el Palacio de Convenciones, en el oeste de La Habana, están inicialmente los diálogos migratorios que ambos países celebran ya regularmente.
Las negociaciones han generado enormes expectativas en la isla. La mayoría de cubanos espera que el acercamiento se traduzca pronto en mejoras para sus condiciones de vida y que den un impulso decisivo para superar la crónica crisis económica que sufre el país desde los años 90.