“La de Tucumán fue la mejor etapa que hice en mi vida como piloto del Dakar. Lo digo por el tipo de suelo, de curvas ¡incluso con peraltes! Porque íbamos a tope, por los paisajes, por el público. Nunca en mi vida pensé que en esta zona íbamos a tener tanto aliento. Y te puedo asegurar que he pasado por muchos lugares donde la gente era muy apasionada.” La confesión con que inició el reportaje Andrés Germano puso de manifiesto el entusiasmo con que terminó la etapa 11 del Rally Dakar. El único “camionero” argentino, 27° en la clasificación general, tiene como navegantes a su hermano Esteban y al español Daniel Cámara Ordoñez. El piloto, dueño de un comercio dedicado a la venta de artículos de la construcción en Pedernales, al sur de Buenos Aires, admitió sentirse “en las nubes” en esta edición del Dakar. “Nos está yendo muy bien. Tuvimos sólo dos o tres percances, nada graves. Lo peor fue un vuelco en Chile. Zafamos”, señaló.
Esteban, a su tiempo, admitió que los motores no son su afición, pero que se subió al camión por acompañarlo al hermano. “No soy un bulto, eso sí, lo ayudo en lo que es necesario, me mimetizo mucho con su pasión. Pero en el resto del año me dedico al campo, a criar caballos. Confío a ciegas en el manejo de Andrés. Para mí es un top ten. Sólo nos falta máquina para estar más adelante”, señala.
Andrés contó que aprendió a manejar en camión, a instancias de su papá Hugo, de oficio camionero (”de chico era loco por este vehículo, los tenía de juguete y rompía pantalones y las rodillas por arrastrarme con ellos”). También hizo carreras en categorías promocionales tierreras de Buenos Aires e incluso algún intento en el TC Mouras. “Hace tres años me decidí por estas máquinas para llegar al Dakar. Hice un primer contacto en la Baja Aragón, en España, y me largué a la aventura.”
Los Germano recuerdan con cariños sus veranos e inviernos en Cruz del Eje (Córdoba), de donde era oriunda la mamá. A Tucumán no la conocían, pero quedaron encantados. Y mostraron sus respetos con el público. “Es tremendo, producen sensaciones encontradas. Por un lado miedo de pensar que cualquier cuestión mecánica o una mínima equivocación mía puede producir un desastre. Y por otro lado, se ve el entusiasmo. Jamás pensé que a mis 43 años ¡me iban a alentar a mí!”. confiesa.
Manejan un Man de 10 toneladas estándar, que da un hándicap de 1.600 kilos con respecto a los prototipos de los equipos grandes y con neumáticos que no son de competición. Por la etapa de Tucumán pasaron a 140 km/h, a tope. Y la pasaron bien.
- ¿Y ahora, qué buscan?
- Llegar. No venimos cuidando, estamos disfrutando.
- ¿Qué planes hacen para el futuro?
- Con un poco de suerte, y de ayuda, pensamos volver a estar presentes en 2016. Estamos ilusionados en eso, incluso ya comenzamos a trabajar para lograrlo.