Increíblemente, los rostros son muy parecidos. La salida de los jugadores tras el primer entrenamiento de 2015 no tiene caras ni declaraciones muy diferentes al pos-partido de Huracán, el último y doloroso duelo de 2014. Ese 4 a 1 devastador, lejos de funcionar como un motor para tomarse revancha, todavía aparece entre los recuerdos como un grillete que hace que cueste avanzar.

“Lo que pasó el año pasado fue un golpe muy fuerte. Yo, en mi caso, todavía lo tengo muy presente, me hubiese gustado hacer la pretemporada pensando en Primera. A mí me quedó y me va a quedar toda la vida esa espina”, admite Guillermo Acosta después del primer entrenamiento de la pretemporada.

“Bebé” tiene la misma amargura que aquella tarde en Mendoza luego del partido, con la diferencia que esta vez tenía una pileta y el sol radiante para intentar despejarse luego de los trabajos. Junto a Gastón Cuevas y Gonzalo Ontivero la aprovecharían unos minutos antes de entrar a la ducha.

“Al receso lo tomamos de manera trágica. No esperábamos ese final y pensábamos entrenar con la mira en Primera. Pero bueno, hoy estamos acá y hay que afrontarlo”, dice Bruno Bianchi, otro de los que siguen con la herida abierta.

En realidad, casi todos lo están: la vuelta al trabajo tras casi un mes de vacaciones fue sin refuerzos y, pese a las ausencias, las caras que se observan son las mismas que desperdiciaron una chance única. Para superar el duelo, los jugadores asegura que esa “base”, que desperdició la chance pasada, servirá para el nuevo torneo.

“Quedamos la mayoría del año pasado y eso va ser importante. Ante una situación similar o complicada, sabemos que ya lo vivimos y vamos a saber cómo manejarlo”, advierte Bianchi.

Obviamente, que el reencuentro después de varios días provocó alguna que otra risa en medio de los saludos de ocasión, pero no eran más que eso.

“Fue un golpe muy duro en lo anímico y en lo futbolístico también. Es una espina muy grande y hay que trabajar para sacárnosla”, agregó Cristian Menéndez (foto), otro de los que usó la pileta para tratar de mitigar el calor y la bronca de tener que entrenar con la primera fecha de la B Nacional como objetivo, y no la de Primera.

Y así como para algunos el fatídico partido ante Huracán será una carga psicológica que deberán soportar, para otros, será mucho más que eso. Leandro Díaz deberá cumplir una suspensión de 10 partidos sin jugar por la expulsión sufrida en ese duelo.

Para colmo, el primer partido del torneo deberán jugarlo en Mendoza, la ciudad donde perdieron el ascenso. Y por más que el rival (Gimnasia), el año y la situación sea otra, el fantasma del dolor parece estar dispuesto a perseguir al equipo por lo que sucedió en 2014. Correr y correr será la salida para evitar que los atrapen.