Helicópteros en el cielo, decenas de policías en acción y disparos: tras el sangriento atentado islamista contra la revista satírica Charlie Hebdo, que el miércoles dejó 12 muertos, los franceses vivieron otro día de tensión, con dos tomas de rehenes casi simultáneas que finalizaron después de varias horas tras la intervención policial.

Los helicópteros planearon en medio de la niebla sobre la localidad francesa de Dammartin-en-Goële, al Norte de París, mientras la policía rodeaba una zona industrial en la que se atrincheraron los autores del atentado.

La pintoresca población de unos 8.000 habitantes, con casas blancas con inclinados tejados marrones y grises, es normalmente un lugar tranquilo situado en lo alto de una colina. Pero se convirtió en “una zona de guerra”, en palabras de uno de sus habitantes.

“Escuchamos disparos y entramos muy rápido, porque todo el mundo estaba muy asustado”, explicó ante las cámaras Christelle Alleume, que trabaja en la zona. “Nos ordenaron que apagásemos la luz y que no nos acercásemos a las ventanas”, contó.

A través de su página web, el ayuntamiento de Dammartin-en-Goële pidió a los habitantes que permanecieran en casa, explicando que los niños estaban a salvo en la escuela. Más tarde, otro mensaje anunciaba que los alumnos de algunas escuelas estaban siendo evacuados por la policía.

“Nos dijeron que nos atrincherásemos en casa y que apagásemos las luces”, explicó otro residente al canal France 24. “Nos escondimos en el dormitorio, desde donde escuchábamos ir y venir a los helicópteros”. Mientras los residentes permanecían encerrados, la policía se distribuía por las serpenteantes calles, posicionándose alrededor del complejo industrial en la que atrincheraron los atacantes. Es un largo edificio blanco, enclavado entre otros parecidos a las afueras de la ciudad. Los habitantes apenas se atrevían a mirar afuera, donde decenas de policías y ambulancias se agolpaban alrededor de las rotondas de tráfico, cerca de la carretera N2 que pasa por la ciudad.

La calma también se vio trastocada en una tienda judía de comida kosher en la periferia este de París, en la que irrumpió un hombre armado. “Ustedes saben quién soy”, gritó al entrar al lugar, donde retuvo al menos a cinco personas. El secuestrador era el mismo hombre que el jueves disparó y mató a una policía en el Sur de París.

La policía también lanzó un ataque contra el lugar del segundo secuestro y se escucharon explosiones. La zona, habitualmente con mucho movimiento, había quedado paralizada por la tarde y se ordenó a los estudiantes que permanecieran en los colegios. “Toda la escuela está presa del pánico”, relató un estudiante de 17 años.

La comunidad judía de París también lidiaba con el miedo.

“Es el peor momento que pueda recordar”, dijo un hombre de 54 años. “Nunca pasó algo así en Francia. Nos sentimos como en guerra, todos tenemos miedo”, relató el hombre, cuya madre vive a sólo dos minutos de la tienda atacada.

Poco después, la televisión mostraba cómo la policía había logrado liberar a varios rehenes. El presidente francés, François Hollande, había anticipado antes que haría todo lo posible para restablecer la calma: “En el momento en el que estamos debemos hacer todo lo posible para proteger a nuestros ciudadanos”, aseguró.