ANTOFAGASTA, Chile.- Además de la competencia en sí y la obligación de luchar por la vida en cada especial, el Rally Dakar tiene por detrás de lo deportivo muchas historias de vida que son dignas de contar. Tal el caso de los Pavey, padre e hijo unidos por la misma pasión

Simón ya es un veterano de varias “guerras”. Debutó en la especialidad en 1998 cuando se corría por Europa y África, y en esta edición redobló la apuesta: correr a la par de Llewelyn, de 23 años, y darse un gusto que durante años imaginaron.

“Desde hace mucho tiempo queríamos competir en el Dakar juntos y este año por fin se cumple nuestro sueño. Estoy muy emocionado porque disfruto mucho pilotando con mi hijo, viéndolo progresar y tomar confianza”, contó el Simón.

Mientras que Llewelyn, afirmó: “Creo que es accesible para mí, sobre todo ahora que solo compiten motos de 450cc. En cualquier caso, va a muy especial vivir esta experiencia juntos, pues no es solo mi padre sino también mi mejor colega”.