José Alperovich iniciará su duodécimo año como gobernador con una certeza: el 29 de octubre deberá entregar el bastón de mando a otra persona. Esa imagen es la que signó el 2014 que se finaliza: tanto oficialistas como opositores asumieron que esa fotografía marcaría el ritmo de la agenda política y actuaron, a lo largo de un año en el que no hubo elecciones, con la tensión y la ansiedad propia de un período de comicios. 

La primera gran conclusión con la que se despide 2014 es que al oficialismo no le resultará sencillo conservar el Poder Ejecutivo en 2015, y que la oposición deberá esforzarse para destronar al peronismo luego de 16 años de mandato ininterrumpido (Julio Miranda asumió en 1999). El que finaliza fue un año signado por la guerra de guerrillas entre la dirigencia oficialista. Los principales referentes advirtieron que para llegar de pie al año de la transición debían mantenerse visibles, sobre la superficie. Así, por ejemplo, el intendente Domingo Amaya comenzó a diferenciarse del gobernador para instalarse como una alternativa oficialista, una suerte de continuidad con cambio, como tanto se pregona a nivel nacional. 

El distanciamiento del jefe municipal hacia la Casa de Gobierno abrió otras hipótesis respecto de la sucesión. Aunque Alperovich no dijo una sóla palabra al respecto, los gestos y los movimientos de los últimos meses permitieron sacar algunas conclusiones. La primera, que la senadora Beatriz Rojkés de Alperovich no buscaría reemplazar a su marido. Así lo afirmaron tanto el mandatario como la propia presidenta del PJ tucumano. Sin embargo, la ex presidenta provisional del Senado sí tendría voz y voto a la hora de confeccionar la fórmula alperovichista. A partir de entonces surge con fuerza el nombre de José López, el concepcionense que se crió políticamente al lado del matrimonio Kirchner en Santa Cruz y que digita la obra pública del país desde 2003. López aterrizó en Tucumán este año con una fuerza inusitada, repartiendo millones para trabajos de infraestructura en municipios y comunas y decidido a meterse en la pelea por la sucesión. Su aparición comenzó a generar tensiones a la virtual fórmula escogida: Juan Manzur y Osvaldo Jaldo. Los ministros de Salud nacional y del Interior provincial trabajan como si ya fuesen los bendecidos por Alperovich, pese a que aún no hubo venia pública del gobernador hacia nadie.

Enfrente, el radical José Cano intentó este año sostener los más de 300.000 votos que obtuvo en los comicios nacionales de 2013, cuando le generó un susto bárbaro al alperovichismo. Cano sabe que necesita ampliar sus números para ganar en agosto próximo, y escogió alejarse del macrismo y acercarse al peronismo disidente que encarna el precandidato presidencial Sergio Massa. De hecho, la foto que se sacó en octubre con el tigrense sacudió el escenario político, y obligó al propio Alperovich a apurar sus definiciones nacionales: una semana después, el oficialismo agasajó a Daniel Scioli con un masivo acto en Lules. 

Con más conjeturas e indicios que hechos concretos, y con más adrenalina que paciencia, el año se despide con un lote de candidatos a la sucesión ya perfilados. Cada uno, a su manera, busca reemplazar al gobernador que más años en la historia condujo la provincia. Les quedan ocho meses para intentarlo.