La adrenalina de fin de año mezclada con la emoción de ver en el escenario a su banda favorita hizo que la noche del 30 de diciembre de 2004 no fuese igual. Cientos de jóvenes llegaron con su entrada en la mano para ver a Callejeros (algunos la habían conseguido con mucho sacrificio) al boliche Cromañón, ubicado en el barrio porteño de Once. Pero la tragedia se desató a poco de empezar el recital, cuando la media sombra que cubría a la multitud comenzó a arder y a caer derretida sobre las cabezas.

A cada segundo la escena empeoraba y el saldo fue algo nunca imaginado: 194 fallecidos y más de 1.400 personas heridas. Todo lo que pasó después marcó una nueva era (o al menos intentó hacerlo) para las salidas nocturnas. Y a Tucumán también llegaron los resabios de esa noche de locura: las autoridades salieron a clausurar boliches y se apuraron en modificar la reglamentación existente.

“En la capital se hizo un relevamiento de la actividad comercial de divertimiento nocturno y el Concejo Deliberante emitió distintas ordenanzas que regulan la seguridad contra siniestros, principalmente contra incendios”, recordó Oscar Terraza, director de Defensa Civil municipal.

El funcionario, que consideró que Cromañon marcó un hito en el ámbito nacional, enumeró los aspectos que se tuvieron en cuenta a la hora de salir a controlar los locales nocturnos. “El interesado en abrir un local tiene que presentar una carpeta técnica con un plano a escala del lugar y la distribución de los ambientes y nosotros le asignamos la cantidad de extintores que debe tener, la calidad y la distribución de luces de emergencias para que ningún sector quede a oscuras. También le exigimos que las salidas de emergencia estén indicadas por flechas, que la puerta de emergencia sea distinta a la de la entrada y que, antes del inicio del evento, se haga saber a la concurrencia cuáles son las medidas de seguridad con las que cuentan”, detalló Terraza.

Inseguros

Sin embargo, todas esas medidas no serían respetadas, según sostuvo Rodolfo Di Pinto, presidente de la Cámara de Discotecas de Tucumán. “Después de Cromañón se intensificaron las inspecciones, pero como siempre los que estaban en mejores condiciones fueron los más controlados. El 50% de los boliches de la provincia no hizo mejoras en sus instalaciones”, alertó, y señaló a los locales bailables que están afuera de la capital. “En el interior los controles dejan mucho que desear, porque sólo se encarga el municipio. ¡Incluso hay boliches que funcionan en sótanos! En la capital, en cambio, están mejor aplicados porque trabajan Defensa Civil municipal, provincial y Bomberos”, explicó.

Di Pinto advirtió que los jóvenes que salen a bailar no están seguros y recomendó ser cuidadosos al momento de elegir a qué discoteca asistir. “Los boliches tradicionales que funcionan desde hace varios años, no los que cambian todo el tiempo de nombre, son los más seguros”, indicó. También aconsejó dudar de los locales que abren todas las noches. “No hay forma de cubrir las cargas impositivas y los costos con ese funcionamiento. Los boliches clásicos funcionan sólo dos días a la semana o cuanto mucho tres”, agregó.

Más meticulosos

Los músicos, en particular las bandas de rock, también comenzaron a ser más conscientes de los riesgos a partir de la tragedia en Once. Uno de los casos fue el de Karma Sudaca, que agudizó algunos sentidos después de la tragedia. “Siempre se ha tenido mucho cuidado, pero obviamente que después de esto se ha prestado mucha más atención a cosas que uno no se daba cuenta de que podían pasar”, comentó Tony Molteni, vocalista de la banda tucumana.

“A partir de Cromañón, en honor a las víctimas se empezaron a hacer las cosas mucho más meticulosamente. Por ahí viajamos con los cartelitos de ‘salida de emergencia’ para colocar en los recitales y estamos pendientes de detalles que antes no veíamos. Es el mejor tributo que se les puede rendir a las víctimas”, consideró Molteni.

TRES PERSONAJES CLAVES

IBARRA, DESTITUIDO.- Aníbal Ibarra era jefe de Gobierno porteño cuando ocurrió la tragedia de Cromañón. Ibarra fue destituido de su cargo en el 2006, aunque la jueza de Instrucción María Angélica Crotto dictó su sobreseimiento en el juicio por su presunta responsabilidad en los delitos de homicidio culposo e incumplimiento de los deberes de funcionario público.

MURIÓ EN LAS SOMBRAS.- El empresario Omar Chabán era el gerenciador de Cromañón al momento del incendio. La Justicia lo condenó a ocho años de cárcel por el delito de estrago culposo. Falleció de cáncer en noviembre, a los 62 años.

EL DUEÑO DE CROMAÑÓN.- Rafael Levy, el propietario del local donde funcionaba el boliche y quien le alquiló el lugar a Omar Chabán, fue sentenciado a cuatro años y seis meses de prisión por el delito de estrago culposo. Su sentencia quedó firme a principios de este mes y la Justicia ordenó su detención.