¡Niña!, si yo fuera rey daría mi reino, / mi trono, mi cetro y mi pueblo arrodillado, / mi corona de oro, mis piscinas de pórfido, / y mis flotas, para las que no bastaría el mar, / por una mirada tuya.
Estos versos del poema “A una mujer” son, tal vez, los que mejor representan la voz conmovedora y dúctil de Víctor Hugo, uno de los escritores románticos más importantes de la Literatura Universal. Obras como “Nuestra señora de París”, “El hombre que ríe” y -sobre todo- “Los miserables”, lo convirtieron a mediados del siglo XIX, en una de las primeras estrellas mediáticas francesas. A tal punto que cuando falleció, a los 83 años, fue la primera persona que, pese a no ser miembro del clero, el ejército o la nobleza, fue enterrado en el Panteón, el monumento mortuorio que hasta entonces sólo había estado reservado a las clases altas. Su extensa obra incluye también una serie de discursos políticos realizados en la Cámara de los Pares que tratan temas como la pena de muerte, la educación o la desintegración de Europa. Hoy se cumplen 183 años de la publicación de su novela “Los miserables”, una buena oportunidad para conocer algunos datos sobre su vida y dejarnos arrebatar por el influjo de su diáfana poesía.
Sí, porque los libros de Víctor Hugo siguen reverberando en nuestro tiempo. De hecho, “Los miserables” llegó al cine en varias oportunidades (la última, en 2012, bajo la dirección de Tom Hooper) y es una de las novelas más conmovedoras del romanticismo. Además posee la que, según se dice, es la oración más larga jamás escrita en una obra literaria: dependiendo de la traducción, es de aproximadamente 800 palabras.
El embrujo de Hugo
Para los franceses, Víctor Hugo es su padre literario. Tal era el embrujo de su poesía que nada podía escapar de su hechizo. Ni siquiera la música. Casi un centenar de óperas se inspiraron en obras de Víctor Hugo, entre ellas, “Lucrezia Borgia”, de Gaetano Donizetti (adaptación de “Lucrecia Borgia”) y “Rigoleto”, de Giseppe Verdi (adaptación de “El rey se divierte”). Otro compositor romántico, Franz Litz, compuso varias piezas musicales basadas en poemas del escritor.
Disney también rindió tributo al escritor y, en junio de 1996, estrenó “El jorobado de Notre Dame”, una edulcorada versión animada de “Nuestra señora de París”, con un final distinto al que concibió Víctor Hugo. A pesar de que en la película Quasimodo no se queda con la chica, al menos Esmeralda no termina muriendo, Frolo no es arrojado desde lo alto de la catedral y Quasimodo no se suicida, como sí ocurre en la novela.