Visto desde afuera parece una guerra sin cuartel entre los integrantes del Poder Ejecutivo y miembros de la Justicia. La palabra de moda para los desencuentros es: indagatoria. Con esa medida judicial se ataca, o bien se envían mensajes claros sobre que la pelea es a todo o nada. El fin de ciclo ayuda. El martes último fue un día para tener en cuenta en función de estos enfrentamientos que tienen su origen en el manejo de los servicios de espionaje del Estado. La larga secuela de estos cruces entre los poderes del Estado tuvo su capítulo especial el martes de la semana pasada cuando Cristina decidió descabezar sorpresivamente la cúpula de la Secretaría de Inteligencia (SI), la ex SIDE. Se interpretó que detrás de la movida había un mensaje dirigido a los jueces debido a los problemas que atravesaba la familia presidencial a causa de la investigación a Hotesur.
Aparentemente, los “descabezados” no habían podido frenar, porque no pudieron o porque no quisieron, la filtración de datos del proceso judicial que estaba llevando adelante en juez federal Bonadío y que complicaba a los Kirchner ya que, en una supuesta complicidad con el empresario Lázaro Báez, apareció la posibilidad de un supuesto lavado de dinero en hoteles de los patagónicos. Cristina desconfió y pateó el tablero, puso a gente ultra leal, como Oscar Parrilli. Así trató de poner coto a las intrigas en los servicios de espionaje, convencida que desde allí se motorizaron operaciones para perjudicarla judicialmente. La inmediata lectura de jueces y fiscales fue que desde la Presidencia se perseguía obstruir el avance de las causas contra los funcionarios del gabinete y, en especial, contra su hijo Máximo. Además, se decodificó que si bien por un lado trataba de “debilitar” a la SI para impedir que siga filtrando información, por el otro se decidía fortalecer otra estructura de inteligencia paralela; la de las Fuerzas Armadas, bajo la conducción del Jefe del Ejército: César Milani. Los analistas especializados deslizaron que el militar tenía recursos y un adiestramiento especial en la tarea de espionaje desde la época del último gobierno de facto.
Precisamente, el nombre de Milani volvió a aparecer este martes de novedades nuevamente, pero esta vez con la famosa palabra de moda: citación a indagatoria. ¿Nuevo capítulo en la pelea entre los poderes Judicial y Ejecutivo? La respuesta parece ir por el lado de la afirmativa. Observemos otros sucesos que se dieron ese día. Durante la mañana, el Gobierno dio a conocer el nombramiento de 13 jueces, tres vocales, 12 fiscales y 13 defensores públicos. Entre ellos dos fiscales para Tucumán, Pablo Camuña y Diego Velasco. Todo teniendo de telón de fondo la disputa en tribunales entre Bonadío y el jefe de la Procuraduría antilavado (Procelac), Carlos Gonella (de Justicia Legítima, la agrupación judicial cercana al kirchnerismo), a quien el juez declaró el rebeldía. Bonadío, como se sabe, investiga, la empresa hotelera de la familia presidencial Hotesur, por supuesto lavado de dinero. Según la ultra K, Diana Conti, el magistrado tuvo el guiño del presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, para el allanamiento a Hotesur.
Justo ese martes también se impulsó una investigación penal contra Lorenzetti por concentrar el control de los recursos del Poder Judicial. ¿Casualidad? Parece un todo contra todos, donde los mensajes son cruzados, pero claro para ellos, no tal vez para la plebe inadvertida sobre el sentido de esta lucha de poderes. La causa contra el titular del alto tribunal está en manos del juez Luis Rodríguez, un magistrado cercano al poder kirchnerista. ¿Puede considerarse tanta casualidad que el martes de tantas idas y vueltas se cierre con un llamado a indagatoria de Milani por la desaparición del soldado Ledo?, justo sobre el que recaerá todo la responsabilidad el servicio de inteligencia del Estado, por preferencias de Cristina. A estas alturas nadie puede dudar que la pelea es a cara de perro. En el fondo, alguien trata de arrodillar al otro. Malo para las instituciones. El clima de fin de ciclo no ayuda para nada a los fines de tranquilizar los espíritus. Las conspiraciones, seguramente, con este panorama, no van a cesar, por lo que habrá que esperar nuevos capítulos de esta lucha cuerpo a cuerpo.