Entre los obsequios que no pueden faltar en el arbolito de navidad se encuentra la clásica bombacha rosa. Según la creencia popular, debe ser regalada por otra mujer con la que se comparte la mesa de Nochebuena. Sin embargo a veces las dudas son muchas. ¿Se regala el 24 y se estrena el 25? ¿O en la noche de Año Nuevo? ¿Nos traerá buena suerte, mucha plata o un novio? ¿Hay que regalársela sólo a las solteras? ¿O vale, también, para una noche de pasión en pareja? Las respuestas son diferentes y muy variadas; las certezas, pocas.
Ritual con características propias, para algunos tiene un origen pagano ligado a la procreación y la fertilidad. Para otros, se relaciona con la práctica de los creyentes que el tercer domingo de Adviento encendían una vela rosa como símbolo de la alegría que les generaba la llegada de Jesús al mundo. En este último caso, no debemos olvidarnos de que fue justamente el Cristianismo el que durante años insistió en criticar la compulsión femenina por la estética y la moda, calificándola como una actitud degradante y revalorizando la pureza interior: cuanto menos por afuera, mejor por adentro…
Los descreídos también aportan su versión: otros historiadores piensan que esto se remonta a las tradiciones de la moda victoriana o a las fiestas excéntricas de la Belle Epoque en donde la consigna era ataviarse de manera navideña completamente de rosa, incluyendo la lencería.
De generación en generación, este rito ha pasado por todas las mujeres de la familia. En cuanto a las fechas, lo que queda claro es que hay que regalarla el 24 de diciembre. ¿Cuándo estrenarla? Dos posibilidades: algunas versiones se inclinan por el 25 (y le asignan un sentido de fertilidad), otras por el 31 y afirman que vestir algo nuevo para comenzar el año es adelanto de prosperidad y buena suerte.