“La paz no es solamente la ausencia de la guerra; mientras haya pobreza, racismo, discriminación y exclusión difícilmente podremos alcanzar un mundo de paz”, decía Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz. En Tucumán, la Mesa del Diálogo Interreligioso y la Comisión de Pastoral Social de la Arquidiócesis invitan a sumarse a una oración por la paz y por la Patria esta noche, a las 21, frente a la Casa Histórica. El objetivo es reafirmar la decisión de vivir en paz. La Mesa de Diálogo elaboró un documento que será presentado esta noche. A continuación, lo reproducimos.
“Las fiestas navideñas, por sus características universales, sobrepasan largamente los límites de los creyentes en Cristo para transformarse en las fiestas de la familia, del encuentro, de la paz para todas las personas, sin importar su credo o incluso la falta del mismo.
Sin embargo, desde hace unos años –y en especial en el 2013–, para la Argentina y Tucumán en particular, tienen el complemento de la tensión y la violencia. No es el momento de indagar por las causas, pero sabemos que mientras la injusticia siga siendo una realidad en nuestra sociedad, la paz no podrá ser gozada en plenitud.
Nos congregamos en este sitio histórico para nuestra Patria, para rezar por la Paz, sabiendo que es un don de Dios, pero también obra de la justicia y por eso, tarea de todos. Venimos a rezar juntos integrantes de diversas comunidades religiosas de Tucumán, como un testimonio de que las diferencias pueden ser superadas –y por eso deben serlo–, manteniendo al mismo tiempo la identidad de cada uno. La forma para hacerlo es simple: tener la voluntad del encuentro y acercarnos al otro con respeto.
Nuestra propuesta se dirige a todos los que integran el pueblo de Tucumán para pedirles que se sumen a la extraordinaria tarea de volver a vernos unos a otros como hermanos. Sabemos que desde las diferentes religiones podemos dar un aporte importante en este sentido: en efecto, cuando creemos que Dios es el autor de la vida y Padre de toda la humanidad, creemos también que todo hombre y toda mujer es un hermano, una hermana. Y a este pedido por la Paz pueden sumarse también no creyentes de buena voluntad, ya que la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en su artículo 1º reclama a todas las personas que se traten fraternalmente. Creemos que esa es clave para que una sociedad se transforme en una auténtica comunidad.
Nuestra propuesta es realizar en estas fiestas de fin de año, gestos concretos que nos acerquen a los demás, en todos los ámbitos de la vida: el político, el vecinal y barrial, el económico y social, el cultural. Y este encuentro debe darse especialmente con aquellos hermanos nuestros que sufren por no tener sus necesidades básicas satisfechas, como corresponde a la dignidad de un ser humano, y que son excluidos de nuestra sociedad.
Hoy nos hemos congregado para rezar juntos. Cada uno de nosotros lo hace con sus características propias porque como indicamos, este encuentro de ninguna manera supone hacer desaparecer nuestras identidades, sino ponerlas al servicio de los demás, del bien común.
Le pedimos al Altísimo que nos ayude a reconciliarnos ante los conflictos que siempre surgen entre los miembros de una comunidad. Le pedimos que nos haga ver que necesitamos trabajar todos por la justicia y no sólo buscar fortalecer medidas de seguridad. Le pedimos que nos dé la voluntad y fortaleza para encargarnos de nuestros hermanos y hermanas más pequeños y que más sufren, para que también esta época sea una fiesta para ellos. Le pedimos que Su Paz se derrame sobre nuestro sufriente Tucumán y sobre nuestra Patria argentina, para que próxima a cumplir sus doscientos años de vida, renazca como una verdadera Patria de hermanos. Paz, Shalom, Salam. Que así sea, amén”.