Generalmente no se la ve, pero se habla a menudo de ella o se la presiente sobre todo cuando no hay transparencia. A veces la Justicia la descubre, aunque no siempre la sanción es la esperada. “En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores”, dice el Diccionario de la Real Academia Española sobre la corrupción.
La Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) dio a conocer un informe en el que nuestro país no queda bien parado. La entidad, integrada por 34 países, incluyendo los más desarrollados, señaló que la Argentina ha mostrado pocos o nulos avances en la lucha contra la corrupción, a la vez que mantiene deficiencias en la ofensiva contra el cohecho transnacional, razón por la cual será sometido a una evaluación suplementaria en 2016. El trabajo se refiere al contacto del Poder Ejecutivo con los jueces, el uso de procesos disciplinarios para presionar a los magistrados y el extraordinariamente alto número de vacantes judiciales y jueces sustitutos. Según la OCDE, la Argentina incurre en un serio incumplimiento de artículos clave de la Convención al no prever la responsabilidad corporativa en los casos de soborno y corrupción transnacional.
Justamente el mensaje navideño que acaba de difundir la Conferencia Episcopal Argentina, se menciona la corrupción: “Sabemos que lo que compromete la paz tiene su raíz en el corazón del hombre herido por el pecado. Vemos sus consecuencias en los desequilibrios sociales y económicos que reclaman un orden mundial más justo; en el desprecio por la vida que es el derecho fundamental de la persona; en el delito del narcotráfico y la trata de personas; en los fanatismos que utilizan el nombre de Dios para justificar la muerte; en el odio que cierra el camino a la reconciliación; en la corrupción y la falta de ejemplaridad que empobrece el nivel moral de la sociedad; en una cultura individualista que debilita los vínculos personales y los lazos comunitarios; en un modo de pensar que privilegia el éxito del tener sobre la riqueza del ser y sus valores”, dicen los obispos.
Según el jefe de Gabinete, el mensaje se refiere a la moral pública, a la corrupción y obviamente a la responsabilidad global de la sociedad y, en ese sentido, de los grupos privados y dijo que la instalación mediática pretende transferir la responsabilidad al Estado o a sus funcionarios.
Los hechos de corrupción acompañan la historia argentina de las últimas décadas. Hay casos en los que está involucrado el poder político y económico que la Justicia nunca ha logrado dilucidado, ya sea porque no ha investigado “hasta las últimas consecuencias” o por intereses creados. “Tenemos que saber sancionar el crimen, no perjudicar el país o su economía... Tenemos que cerrar las puertas a la corrupción, pero no al crecimiento”, dijo el jueves la presidenta de Brasil, luego de que una comisión del Congreso recomendara procesar a 52 personas involucradas en el escándalo de cohecho en la empresa Petrobras.
La corrupción no solo es estatal o privada, también ocurre a diario en el seno de la sociedad, por ejemplo, con conductores que pagan coimas para evitar multas, o con inspectores o policías que se valen de su poder para extorsionar a ciudadanos. Sin Justicia ni educación dignas, sin una clase dirigente proba, difícilmente se podrá combatir con eficacia la corrupción.