Es evidente que el campeón Argentino de rugby 2014 tuvo rendimientos dispares en el trayecto hacia el título. Es más, en la cancha fue de mayor a menor. En algunos partidos sorprendieron los problemas en la obtención y algunos errores de manejo en momentos clave, pero está claro que demostró ser un pura sangre.
Mucho de ello se lo debe a la mística de la camiseta naranja, que hace que el que se la ponga tenga el carácter suficiente de agrandarse en las paradas difíciles, algo que quedó demostrado hasta en el último partido.
En lo técnico, utilizó una muy buena defensa y esa concentración le dio resultados positivos teniendo la posibilidad de dar vuelta resultados adversos ante Córdoba y Rosario.
Virtudes
Lo que cuesta vale y sufriendo vale doble, dicen algunos y los integrantes del 15 tucumano repitieron estos conceptos. Pero un equipo sale campeón por algo:
Primero: Tuvo personalidad, demostrando que a ningún rival le iba resultar fácil sacarle el bicampeonato de las manos.
Segundo: En lo grupal y por lo declarado por muchos de sus integrantes, todos empujaban para el mismo lado. Eso quedó demostrado cuando se realizaban los cambios. El que ingresaba justificaba el reemplazo y nadie se quejaba.
Tercero: El rodaje de algunos jugadores potenció al equipo, porque en momentos claves de un partido, el experimentado sumaba y marcaba el rumbo a seguir.
Cuarto: Estaba claro que el staff técnico conocía al grupo casi a la perfección, no se equivocaron a la hora de las sustituciones y ante las necesidades del equipo en cancha, acertaron.
Quinto: Tener un buen pateador a los palos es fundamental en un equipo de rugby. Esta es una de las claves decisivas en estos tiempos y Tucumán lo tuvo. Juan León Novillo fue la carta de triunfo a la hora de marcar puntos con el pie.
Seguramente no son los únicos motivos que le dieron el título pero los mencionados arriba, fueron los más importantes.