“Se aprovechan de mi nobleza”; “Lo sospeché desde un principio”, y muchas frases más que gastaron las pantallas de los últimos 40 años, primero en blanco y negro y después en color, uniendo a generaciones de padres e hijos frente al televisor, muestran que los personajes de Roberto Gómez Bolaños, fallecido ayer a los 85 años en Cancún, ya se han convertido en clásicos del humor; y no sólo del humor para el público hispanoparlante. En Brasil, donde lo habían rebautizado “Chaves”, fue hasta hace poco uno de los programas de mayor audiencia y llegó a colarse hasta en las pantallas de lugares tan remotos como Rusia o Angola, señala Reuters en su despedida al Chavo del 8, el niño huérfano de una típica vecindad mexicana; o a “El chapulín”, el antihéroe que se disfrazaba de insecto.

Los tucumanos no fueron ajenos al magnetismo que ejerció “El Chavo” por décadas; y que sigue ejerciendo, en su versiones desteñidas que conservan el candor de aquellos personajes vulnerables que trascienden fronteras. De eso dan fe las coberturas que le dedicó LA GACETA cada vez que pisó estas tierras. Dos veces estuvo Gómez Bolaños en Tucumán: en diciembre de 1980 y en diciembre de 1987. En ambos casos lo recibieron multitudes fervorosas, que coparon el aeropuerto Benjamín Matienzo, el hospital de Niños y los clubes en los que actuó entonces, Atlético y Central Norte.

Biógrafos de este cómico nacido en México el 21 de febrero de 1929 quehabía estudiado ingeniería y que amaba el boxeo y el fútbol afirman que no soñaba con alcanzar la fama. “Todo ocurrió, como decía su personaje de El Chavo del 8, “sin querer queriendo”, señala el obituario que le dedicó Reuters. A fines de la década de 1960, cuando trabajaba como guionista de un canal de televisión, faltó un actor y tuvo que pararse ante la cámara.

Veamos qué decía Gómez Bolaños de su éxito: “Quizá mi mérito fue atinar, sin intentarlo, a abordar un ambiente que existe en todo el mundo”. “Es un personaje que he trabajado mucho, que tiene calidad”, explicó, “pero la respuesta exacta (del éxito) no la sé”, dijo.

La misma crónica recuerda que antes de aterrizar como guionista fue redactor publicitario, y que fue entonces que un director lo apodó “Chespirito”, traducción fonética de pequeño Shakespeare, por su abundante producción como libretista y su apenas 1.60 metro de altura.

También dan fe los biógrafos de que tenía un brillante sentido del humor en la vida diaria. Esta anécdota lo pinta de cuerpo entero: al filo de los 80 años le preguntaron sobre su relación de décadas con la actriz Florinda Meza. “Ya llevamos 30 años casados”, respondió, “tenemos un matrimonio sólido que únicamente terminará la muerte... ¡o Shakira!”.

La popularidad de “Chespirito” fue tal que cuando abrió la cuenta de Twitter @ChespiritoRGB en 2011 para comunicarse con sus fans empezó a recibir miles de mensajes desde toda América Latina. Actualmente, la cuenta tiene seis millones de seguidores.

“Hola. Soy Chespirito. Tengo 82 años, y ésta es la primera vez que tuiteo. Estoy debutando. íSíganme los buenos!”, escribió en el primer mensaje. Y en su perfil ratificó su sentido del humor: “Para qué quieren mi perfil si soy más guapo de frente”.




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