A la noche, cuando todos duermen en Santa Rosa de Leales, un grupo de personas permanecen despiertas y con los ojos bien abiertos. Son las que actúan de manera silenciosa, metiéndose en casas ajenas y adueñándose de lo que no les pertenece. Ni los muertos han conseguido salvarse de ellas, y ahora descansan en el anonimato porque les arrancaron hasta las placas de sus tumbas.
Los casi 6.000 habitantes del pueblo se niegan a seguir viviendo así. Y exigen cambios. Con esa postura, se plantaron frente a la comisaría y gritaron que están cansados, que quieren que sus hijos crezcan en un lugar seguro y que sus abuelos pasen sus últimos años de vida en paz.
En el centro
El último caso grave ocurrido en Santa Rosa de Leales data de hace dos viernes a la madrugada, cuando los delincuentes (se desconoce cuántos actuaron) violentaron las rejas, el candado y la puerta de un local de venta de ropa ubicado a 150 metros de la comisaría. “Se llevaron toda la ropa por un valor de más de $ 100.000”, estimó Janet Fernández, la propietaria del comercio. La mujer dijo que hizo la denuncia, pero que la Policía no realizó pericias en el negocio. “La denuncia ni siquiera llegó a la Fiscalía todavía”, se quejó.
Los ladrones ya habían rondado la zona la noche anterior, cuando le robaron a Irma Correa. “Me sacaron cuatro sillas que tenía en la entrada de mi casa”, contó enojada la mujer, que vive frente al comercio de Fernández. Al escuchar las palabras de Correa, los vecinos relataron al unísono que por las noches desaparecen las garrafas, los lavarropas, las herramientas, las motos y las bicicletas.
En la casa
Alba Luna fue directora de una escuela y actualmente está discapacitada: no puede mover una pierna y la visión de sus ojos es casi nula. Hace dos semanas, entraron ladrones a su casa, la ataron, la golpearon y le robaron alrededor de $ 20.000.
Raúl Núñez era juez de Paz cuando le salió la jubilación, hace varios años. El ex funcionario judicial también se sumó a la protesta porque -según denunció- le desvalijaron su casa en dos oportunidades. “No conforme con eso, hace cinco días me robaron las cubiertas del auto de mi hijo, que quedó en mi casa porque tuvo un accidente”, señaló Núñez. El hombre, que vive a una cuadra de la comisaría, contó que pone el despertador para levantarse cada hora. Escopeta en mano, controla que no se acerquen los ladrones.
“A la casa de mi papá ya se metieron dos veces”, aseguró Víctor García. La última vez fue el 9 de octubre y le robaron herramientas de trabajo por un valor estimado de $ 10.000. “Tuve que traer en mi auto al personal de Criminalística desde Banda del Río Salí porque no tenían móvil”, comentó el hombre, tan sorprendido como indignado. Anteriormente, a su padre lo habían despojado de casi todos sus animales.
En la escuela
La Escuela Media de Santa Rosa de Leales fue otro de los sitios afectados por la delincuencia. “Hace un mes entraron y robaron el equipo de música, los parlantes, las computadoras, una impresora y los ventiladores”, relató Marcela Cabezas, docente de la institución. “No vamos a permitir que siga la inseguridad. Con mucho sacrificio conseguimos lo que tenemos para que vengan estos delincuentes y se lleven todo”, advirtió la mujer.
Pero, según indicaron los vecinos, la inseguridad también está en la vereda de la escuela. “El jueves estaban unos tipos vendiendo droga en la puerta de la escuela. Llamé a la Policía pero nunca fue nadie porque no tenían personal”, afirmó Rita Castro.
En el cementerio
Un poco más alejado del pueblo está el cementerio “Las Rosas”. Hasta allí llegó también la ola delictiva. Juan Pedro Brito, cuidador de la necrópolis, contó que los delincuentes actúan después de las 19, cuando el personal se retira.
En dos viernes, los ladrones arrasaron con 145 placas de bronce. Hasta los mausoleos más grandes se quedaron sin leyendas. Brito comentó que los familiares de los muertos, hartos de los robos, optaron por no comprar más bronce y lo reemplazan por placas plásticas. Temen que los delincuentes regresen cualquiera de estas noches y vuelvan a burlarse de quienes no pueden hacer nada para defenderse.