Los géneros puros están dejando paso a las fusiones en forma acelerada, al punto que para la experta en la música y sus negocios, Natalia Pizzuto, el futuro está en esas mixturas. No es una idea aislada, sino que la sostiene con la experiencia internacional de haber dictado cursos en distintos países de América Latina y de la orientación que están imprimiendo las grandes compañías discográficas a sus artistas en los últimos tiempos, que se agudizará en el que viene.
“Estamos en un tiempo de gran recambio y acercamiento entre el folclore o la música autóctona y étnica con otras expresiones. Es lo que se está exportando y lo que se va a exportar como algo bien nacional”, explicó a LA GACETA, tras un taller dictado en la provincia.
- ¿En qué momento está esta producción en el país?
- La música es un gran negocio, no sólo porque surgieron bandas muy jóvenes en todos los géneros y las estéticas, sino porque se está trabajando muy intensamente. Una muestra es que se puede hacer lo que hace “Tonolec”, una mezcla entre lo electrónico y lo tradicional; ellos están trabajando de otra manera a nivel nacional, con giras por corredores culturales.
- ¿La fusión tiene siempre que incluir la electrónica?
- Más que nada, lo que está funcionando es la fusión de diferentes conceptos musicales que hacen algo nuevo; no sé si atravesados por la electrónica o no. Eso marca el futuro. En Perú, donde trabajo mucho, en Brasil y en todos lados en América Latina se trabaja en esta línea, es algo que está ocurriendo. Un indicador es que Sony Music hizo su apuesta por Lila Downs, Soledad Pastorutti y la Niña Pastori, tres voces muy fuertes de distintos países.
- ¿Hay una fórmula asegurada para el éxito?
- Hoy, la fórmula pasa más por el marketing que le das a tu propuesta musical que a la idea en sí. Se enfoca en cómo trabajás el clip; cómo se lo sube a Youtube; cuánto invertís en todo lo que puede funcionar; si la banda tiene o no manager o si tiene un sello discográfico atrás o no. No pasa tanto por la mezcla en sí de estilos, sino por la estructura de empresa que manejás.
- ¿Algún género de base funciona mejor que otro?
- Te puede ir muy bien con una banda de folclore o de cumbia si tenés un buen grupo de trabajo en ese sentido, como “Agapornis”, que es marketing fundamentalmente, y es lo que hace que se diferencie de las otras bandas.
- ¿Se requiere de una estructura muy grande detrás de los artistas?
- No importa si es muy grande o muy fuerte, sino su nivel de profesionalización. Podés tener un manager, un productor, un sonidista y un encargado de la escena: es un equipo de cuatro personas, muy chico, con una inversión mediana o pequeña, pero superorganizado y que piensa en crecer, y que sea fuerte en lo musical. No tenés que armar un monstruo.
- ¿Qué está pasando con las leyes de mecenazgo? En Tucumán aún falta reglamentarla.
- La ley nacional existe y tiene validez en todo el país, pero son las provincias las que deciden cómo aplicarla en cada distrito. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la Provincia de Buenos Aires y el Chaco son las únicas que tienen normativas locales hechas y las aplican; a las otras no les interesa compartir los impuestos con el arte. Las empresas tienen voluntad, pero son los Gobiernos provinciales los que no saben cómo, no encontraron la manera o no ejercen sus potencialidades. Pero hay que respetar lo que cada Gobierno está haciendo, porque él sabe si le conviene o no resignar parte de sus ingresos a la actividad cultural o dejarla librada a la iniciativa privada y que se enrosque directamente con lo particular.
- ¿Hay alguna referencia internacional?
- Brasil es una cosa tremenda, no sólo por su diversidad cultural sino porque hay leyes impresionantes. No podés montar una producción si no tenés a un músico brasileño dentro de tu propuesta; no podés tocar, no podés hacer nada si no hay por lo menos uno. Es una cuestión legal. Perú exporta gastronomía y música, y ambas están presentes por todos lados y en todas las calles, es una cosa que pasa, y pasa y pasa. Tiene menos normas que nosotros, pero una intención mucho más potente que la argentina. No se queda en una ciudad porque, además, es mucho más chico que nuestro país.
- Editar un disco es accesible y a un precio relativamente bajo, pero hay problemas en la distribución...
- En todo curso que dicto hago la broma de que en cada casa tenemos una caja con 5.000 copias del disco, llena de tierra. No sirve de nada. El tema es que las distribuidoras se quedan con muchísimas regalías y las bandas piensan si les conviene o no ceder la distribución; es algo que tiene que ver con el contrato. A veces les conviene vender los discos por sí mismas, con una estructura de distribución propia, pero también es bueno que alguien los distribuya. La clave es montar algo mixto.