Corría el año 74. Seis jóvenes cardiólogos tucumanos que trabajan en la Unidad Coronaria del Sanatorio 9 de Julio, comprobaron los beneficios de trabajar en equipo y descubrieron que tenían sueños y metas comunes. Esta experiencia fue el acicate que impulsó a los doctores Gustavo Haurigot, Ramiro Castellanos, Julio Barbaglia, Augusto Chicco Campos, Carlos Poviña y Adrián Araujo, a crear lo que hoy es el Instituto de Cardiología.
“Ahora estamos evaluando qué aprendimos y que hicimos en estas cuatro décadas. Y los frutos recogidos son valiosos: fuimos artífices de conceptos para manejar los pacientes, conceptos que hemos difundido y se están utilizando a nivel nacional... Nosotros iniciamos el manejo invasivo de la cardiopatía isquémica. Esta técnica la llevamos primero a un grupo de colegas de Córdoba, con quienes la analizamos y la discutimos. De allí comenzó a difundirse al país...”, reflexiona el doctor Castellanos.
- ¿En qué consiste?
- En estudiar con cateterismo a todos los pacientes que padecen cardiopatía isquémica. Inicialmente, estos eran estudiados con el tratamiento médico fundamental, y nosotros comenzamos a implementar el cateterismo más el tratamiento médico. Hoy hay dos tratamientos fundamentales. Hace unos 30 años, nuestro tratamiento generó un gran debate nacional... Finalmente, la demostración clínica, los resultados -la evidencia- nos dio la razón a todos los que trabajamos en la misma dirección en este instituto.
- Crearon una escuela dentro de la especialidad...
- Sentamos un precedente importante. Creamos una escuela invasiva con basamento científico, con la evidencia que otorga la demostración. Y nuestro procedimiento está siendo utilizado en todos los servicios y centros de cardiología del país. Cuando nuestros residentes van a Buenos Aires, Rosario o Córdoba, y les preguntan dónde aprendieron tal cual o cual método, responden que en el Instituto de Cardiología de Tucumán. Y esto nos colma de satisfacción. En el simposio que desarrollaremos hoy en los salones del Hotel Hilton, vamos a difundir todo lo que hicimos en 40 años hasta convertirnos en un centro cardiológico de avanzada. Tenemos todos los servicios que requiere la especialidad y hasta hemos llegado a hacer trasplante de corazón...
-¿Siguen haciendo trasplante?
- Nos retiramos de los programas de trasplante para no sacrificar las demás prestaciones cardiológicas, que son muchas. Decidimos interrumpirlo porque cada vez que había un trasplante se paraba medio instituto...
- ¿Cubren todos los aspectos de la cardiología?
- Hemos cubierto todos los ítems de la cardiología moderna, con apoyo de tecnología de avanzada. Sin la ayuda tecnológica esta especialidad médica no prospera ni se puede hacer. De esto hablaremos en el simposio.
El doctor Luis Pérez Barot, gerente de la institución desde hace 28 años, terció en la conversación. “Cumplir cuatro décadas brindando servicios y formando recursos humanos en cardiología es un orgullo para todos los que integramos esta institución”, expresó.
Luego recordó que los seis cardiólogos fundadores del instituto comenzaron a trabajar en 1974, en un modesto inmueble ubicado en Crisóstomo Álvarez al 900. Atendían en consultorios, hacían electrocardiogramas, radioscopia y utilizaban la Unidad Coronaria del Sanatorio 9 de Julio. El instituto empezó a crecer y en la década del 80 se compró la propiedad que ocupa en avenida Mitre al 700. “Aquí fue expandiéndose en servicios y en infraestructura, conforme a las necesidades que se presentan: tenemos tres piso y un subsuelo... Se fue renovando la ciencia y la tecnología, pero también la conformación de la estructura societaria y los profesionales que trabajan. A los socios fundadores se les fueron agregando otros socios”, detalló.
- ¿En qué año abren la residencia?
- Empezamos en el 90, y en el 95 surgieron los primeros residentes. Todos se fueron al exterior a capacitarse en distintas subespecialidades, y cuando regresaron los incorporamos al Instituto: son la segunda generación de cardiólogos. Y hoy tenemos ocho cardiólogos -hijos de los primeros socios- que están trabajando aquí y que constituyen la tercera generación.