El robo de motos y su posterior venta por partes forman un redituable circuito delictivo que se sostiene -principalmente- por el funcionamiento de talleres que se dedican a comercializar motocicletas desguazadas como si fueran repuestos de venta legal.

Ante esta situación, la división Sustracción de Automotores que comanda el comisario Fernando Carrizo realizó ayer 17 allanamientos en talleres ubicados en los barrios 11 de Marzo, Juan Pablo I (ubicados al sur de la capital) y en Las Talitas. Durante el procedimiento secuestraron una Yamaha Crypton, tres motores con la numeración borrada, un revólver calibre 32 largo y numerosas piezas de carrocería (asientos, cachas, faros, portaequipajes entre otras partes) y varios teléfonos celulares.

La orden para llevar a cabo este operativo había sido solicitada por el fiscal Washington Navarro Dávila, a cargo de la Fiscalía de Instrucción de la V° Nominación, y fue autorizada por el Juzgado de Instrucción de la IV° Nominación, que está a cargo de Víctor Manuel Pérez.

El fiscal explicó que esta medida se realizó bajo el ámbito de las denuncias por robo radicadas en la seccional 2ª que fueron remitidas a la Fiscalía V° por orden del ministro Fiscal Edmundo Jiménez. “Estas causas son denuncias por hechos que fueron cometidos en Barrio Sur. Después de que nos asignaran esta investigación, comenzamos a realizar un mapa con los distintos tipos de delitos que se cometían en la zona y de ahí surgió un esquema con los desarmaderos y talleres donde se podían encontrar partes de motos que habían sido robadas. En ese mapa se ubicaron los posibles lugares a allanar que se encontraban dentro de las jurisdicciones de la seccionales 2ª, 3ª, 4ª, 8ª, 9ª, 11ª y 13ª”, explicó Navarro Dávila. Todas estas seccionales están dentro de la capital por lo que no se descarta que haya nuevos procedimientos.

Navarro Dávila también remarcó que la difusión pública de las imágenes de los secuestros es útil para la investigación porque las víctimas pueden llegar a reconocer las partes o las motos que les robaron debido a las características (calcomanías o diseños de pintura) particulares que tienen los artefactos secuestrados.

A su vez, el comisario Carrizo resaltó que el argumento en el que suelen escudarse los propietarios de los talleres es que las motos desarmadas que tienen en su poder fueron llevadas a reparar pero nunca las retiraron. “Estos lugares siguen funcionando porque no se puede probar que ellos (los propietarios y mecánicos) sean los autores de los robos. Si lo hubiéramos probado hubieran sido aprehendidos. Ahora trabajaremos para averiguar quién es el dueño del revólver que secuestramos y se analizará la información que haya en los celulares”, puntualizó.

En este contexto el segundo jefe de la división, el comisario Miguel Frías, dijo que el robo de motos es el delito que más se comete en la zona sur de la capital.

“El hurto es la modalidad más usada por los asaltantes que aprovechan el menor descuido de las personas que van a trabajar en moto”, sostuvo. Además, señaló que la sociedad también tiene incidencia dentro de este circuito delictivo. “Si compro algo en un lugar que no está habilitado es obvio que esto viene del tráfico. Al hacer esto, estoy fomentando que el otro vuelva a robar”, concluyó.