Cuando en 1971 John O’Keefe, profesor de neurociencia en el University College de Londres, propuso su teoría sobre las “células de lugar” del cerebro, sus ideas no encontraron demasiada cabida en la comunidad científica. El investigador británico-estadounidense sostenía que esas neuronas, que permitían a las ratas ubicarse en el espacio, se alojaban en el hipocampo y se disparaban cuando el animal reconocía un lugar dentro de un campo abierto, haciendo posible su orientación.
Recién en 2005, con técnicas más avanzadas de investigación en neurociencia, el trabajo de O’Keefe encontró quién tomara la posta. El matrimonio formado por May-Britt y Edvard Moser avanzó unos cuantos casilleros al encontrar un nuevo componente: las “células de red” que, en interconexión con las de lugar, permiten a los animales moverse de un lugar a otro. En conjunto, las “células de lugar” y las “células de red” -alojadas en la corteza entorrinal-, formarían el sistema de posicionamiento cerebral.
Localización más navegación es el resultado del trabajo conjunto de estos dos grupos de neuronas, que forman lo que se ha apodado el “GPS” del cerebro. Y el premio para los tres investigadores que lo han descubierto es nada menos que el Nobel de Medicina. El galardón se dividió en dos: mitad para el pionero O’Keefe y mitad para los esposos Moser, lo que los convierte en el quinto matrimonio en recibir un Nobel desde que se instituyó, en 1901.
El neurólogo tucumano Federico Pelli Noble destacó la importancia del descubrimiento: “se trata de una red neuronal que nos permite saber dónde estamos y cómo nos vamos a mover en ese espacio, funciones que se ven afectadas por ciertas enfermedades degenerativas, como el Alzheimer, el Parkinson o algunos tipos de demencias. En ocasiones, el paciente queda ‘bloqueado’ en un lugar, sin saber cómo desplazarse, y sin que eso se deba a un problema motriz”, explicó. Otro ejemplo de las “neuronas cuadrícula” en acción puede verse en la conducción de un auto: “por ellas tenemos noción de la velocidad a la que viajamos, cuándo hay que frenar, los obstáculos que generan un peligro, etcétera”, señaló el médico.
El comité del Nobel, que adjudicó el premio de ocho millones de coronas suecas (u$s 1,1 millones), aseguró ayer en el Instituto Karolinska de Suecia que el descubrimiento resolvió un problema que ha ocupado a filósofos y científicos durante siglos: “¿cómo el cerebro crea un mapa del espacio que nos rodea y cómo podemos navegar en nuestro camino?”. Ole Kiehn, miembro del comité y profesor del Karolinska, dijo que los tres científicos hallaron “un GPS interno que hace posible saber dónde estamos y encontrar nuestro camino”, informa la agencia Reuters. El hallazgo explica cómo funciona el cerebro, pero no tiene implicaciones inmediatas para nuevas medicinas, ya que no establece un mecanismo de acción.