POSADAS.- El 1 a 1 era parte de la estadística oficial cuando, de repente, lo que acostumbra a ser una despedida sin sobresaltos se convirtió en un cortometraje de puja entre bandas, de un lado a otro del cemento que separaba la platea central con el acceso al túnel visitante. En la cancha ya no había nadie. En realidad, sí. Sergio Ramos, ayudante de Héctor Rivoira y varios jugadores se insultaban con plateísas. “Nos trataron como delincuentes mientras la Policía miraba sin hacer nada. Es un papelón”, se descargó el entrenador de Atlético.
Su rostro no estaba para chistes. “¿Y qué te parece a vos? La gente nos agrede, hasta con orina nos tiraron, y nadie hizo nada para defendernos. Y para colmo, después tengo que aguantarme que me metan la mano en el bolsillo”, acusó.
El blanco de su bronca fue, claro, Luis Alvarez. “Estoy recaliente, esto fue un robo. Crucero no nos sacó la punta del torneo, fue el árbitro”, se quejó.
“Ustedes (los periodistas) lo vieron. Permite un gol con un foul previo, y después nos mete en un arco cobrando boludeces. Tengo a (Guillermo) Acosta en el hospital, por un codazo de (Nicolás) Dematei, y a Evangelista con una pierna destruida, por un planchazo de (Julio) Barraza, creo. Y, claro, el árbitro a ellos no le mostró ni la amarilla. Fue una estafa”, dijo.
“El árbitro empezó a inventar cualquier cosa para perjudicarnos”, siguió “Chulo” y entregó argumentos. “A Ávalos, si los centrales nuestros lo acomodaban un poquito, era falta. A Menéndez no le sancionó nada... Hace 25 años que estoy en esto y sé cuando te quieren meter la mano en el bolsillo. El árbitro nos privó de ser punteros”, lanzó la daga.