El homicida usó una “tumbera” para dispararle a José Martín López y, después de herirlo de muerte, huyó. La víctima tenía 33 años y lo velaron ayer en la casa en donde vivía con su familia, en avenida Américo Vespucio al 2.600.
Al mediodía, sus amigos estaban sentados en la vereda de esa vivienda. Pero lo único que dijeron fue que López era vendedor ambulante y que se mantenía con su trabajo. Sin embargo, ninguno quiso hablar acerca del asesinato que ocurrió el domingo alrededor de las 20.30 en las inmediaciones de Ernesto Padilla y Magallanes.
El domingo, según la Policía, la víctima se reunió en esa esquina con tres allegados suyos para escuchar el partido entre Unión Aconquija y San Martín, que comenzó a las 16.30. Y, cuando el juego estaba por terminar, López se trenzó en una feroz pelea con un sujeto de unos 25 años conocido como “Bebe”.
El comisario Marcelo Sallas, a cargo de la división Homicidios, dijo que los otros dos jóvenes que estaban con ellos quisieron intervenir, pero que no lograron separarlos. “Al parecer ‘Bebe’ quedó muy golpeado después del enfrentamiento. Fue a su casa (ubicada en Ernesto Padilla al 2.200) y por los datos que pudimos recabar salió armado con una ‘tumbera’”, precisó.
En este marco, Sallas agregó que luego de la pelea López también volvió a su casa, pero que después salió de nuevo para buscar otra vez a “Bebe”.
Según el comisario, la víctima fue hasta la vivienda del acusado pero, como no lo encontró, siguió caminando por los alrededores. “Al final terminaron cruzándose en un pasaje. Y, por lo que pudimos averiguar, cuando ‘Bebe’ vio a López le disparó con la tumbera y se fugó. Después de ser herido, la víctima corrió hacia Américo Vespucio (al 2.800) y ahí lo encontraron tirado”, concluyó.
A pesar de esto, todavía no se pudo determinar cuáles fueron las causas del enfrentamiento. Según el informe oficial, López murió el domingo a las 21 en el hospital Padilla.
Esa noche, al enterarse que López había muerto, sus allegados fueron hasta la casa de “Bebe” y le prendieron fuego. Pero el presunto homicida ya no estaba. “Ahí (por la casa incendiada) vivía un matrimonio con dos chiquitos. Vivían aquí desde hace dos años. Anoche, cuando llegué de trabajar los bomberos ya habían apagado el fuego”, dijo Verónica Vera, que también vive en Ernesto Padilla al 2.200.