MADRID.- El entrenador cordobés que dirige hoy a la selección de Brasil, Rubén Pablo Magnano, se convirtió en “el verdugo” de lo que fue en algún momento, casi su propia creación: la denominada “Generación Dorada”, que llevó al baloncesto argentino a ocupar el primero y el tercer lugar en el ranking mundial.
Si bien, Guillermo Edgardo Vecchio, el propio Julio César Lamas y Sergio Hernández, también fueron parte de esta verdadera revolución de nuestro baloncesto, Magnano fue el entrenador que ejerciendo la tutela de la selección, se anotó el subcampeonato mundial en 2002, en Indianápolis, Estados Unidos y llegó al título olímpico, el 28 de agosto de 2004, en Atenas, Grecia.
Es necesario reconocer que esta histórica generación dorada, cuyo principal emblema fue Emanuel Ginóbili, tuvo a varios protagonistas como figuras relevantes y rutilantes de un período que casi con seguridad se terminó ayer en Madrid.
Toda historia tiene fin. Y habrá que ocuparse de que lo que queda de este equipo, incluido Luis Scola, Carlos Delfino, tal vez Andrés Nocioni con lo último de su entrega. A ellos habrá que ir sumando ya no tan “de a poco” a jóvenes como Marcos Delía, Facundo Campazzo, Nicolás Laprovittola, Selem Safar, Matías Bortolín y Tayavek Galizzi.
Una derrota de despedida
El único que seguramente no seguirá, es el técnico, Lamas, que ayer dirigió por última vez a la selección. Terminó su vínculo con la Confederación Argentina de Basquetbol, que para colmo de males está intervenida y todavía con una situación poco clara que todos queremos mejorar, pero que falta un tiempo todavía.
Habrá que acostumbrarse al recambio y a las derrotas, decían algunos colegas aquí, hace algunos días en Sevilla. Argentina terminó su nuevo Mundial con tres triunfos y tres derrotas. Un saldo, poco positivo, según la óptica con la que se lo mire.
El próximo compromiso de “El Alma Argentina”, luciendo la albiceleste, será el torneo Preolímpico que se jugará en agosto del año próximo en Monterrey, México y clasificará a tres equipos para los Juegos Olímpicos de Brasil 2016.
Para eso, hay que comenzar a trabajar ya. Toda historia tiene fin y la “Generación Dorada”, casi ya dejó de existir, después de habernos deleitado a quienes tuvimos el privilegio de verlos en acción. Y eso no se olvidará nunca, aún en este momento de dolor. Vaya sino...