“Ya quiero que llegue a la boca”, exclamó Mariana, mientras admiraba a través del cristal de la copa las tonalidades rojas con tonos violáceos que le devolvía un Malbec cafayateño. Fue en la charla con degustación que organizó la asociación Mujeres en Red, y que condujo la enóloga salteña Tania Höy. Como le había dicho más temprano la experta a LA GACETA, el mercado femenino es hoy para la industria del vino un nicho seductor.

En las mesas del restaurant en las que se realizaba la cata, tres planillas de catación- una para un Torrontés, otra para un Malberc y una tercera para un espumante- esperaban a cada comensal (90 por ciento de mujeres).

Como buenas alumnas, las mujeres de la mesa de Mariana fueron puntuando, del uno al 10, el veredicto de sus ojos, su nariz y su boca, sobre cada una de las variedades propuestas para la cata. “La verdad, no me gusta mucho el vino”, confesaron al menos dos de las invitadas. En cambio, en otro de los grupos, Diana Ferullo y Bárbara Tarcic daban fe de la inserción creciente de las mujeres en el mercado del vino.

¿Qué te parecieron los vinos que degustaste?, se le preguntó a Diana, una profesora de Historia. “Buenos vinos, con personalidad, con cuerpo. Son vinos que tienen una impronta del autor, del enólogo que los ha diseñado”, afirmó. “Es un universo muy complejo, que te atrapa”, apuntó.

A su lado, mientras jugueteaba con su copa de espumante, Bárbara, una amante del cine, contó que fue precisamente una película la que terminó de acercarla al mundo del vino. Fue “Entre copas”, una comedia de Alexander Payne que describe una travesía de dos amigos por las bodegas de California. “Cuando uno de los personajes dijo: “si alguien pide merlot, me marcho”, decidí que valía la pena aventurarme en el mundo del vino”, memora Bárbara. Confesó, sin ruborizarse, que entonces se compró “un libro sobre vinos escrito para tontos”; y que ya participó en una degustación de dos días dirigida a las mujeres, realizada por una bodega sanjuanina.

Ya casi al finalizar la degustación, Tania habló de su experiencia como enóloga en un mundo masculino (de eso habló también en la entrevista con LA GACETA). Después de esa intervención, uno de los pocos hombres presentes en el encuentro, un arquitecto, pidió la palabra y aseguró que en su oficio “hay cada vez más mujeres que se van ganando un lugar de respeto, sin distinción de género, sólo por su capacidad y por su actitud”. Tras el brindis con el espumante de la noche, los degustadores se llevaron estas dos frases que les había regalado Tania en su presentación: “Al mundo entero le faltan dos o tres copas de vino” , atribuida a Humprey Borgart y “cuando el vino entra, el secreto sale” (del Talmud).