Benja, de 9 años, se para frente a los chiquitos que van un grado menos que él y les explica cómo hace cuando siente ganas de pegarles a sus compañeritos. “Yo respiro profundo, profundo, y cuento tantos pollitos como necesito para tranquilizarme. Y cuando algún chico me molesta, yo me alejo, me cambio de lugar”, les dice.
Esto ocurre en una escuela primaria tucumana. Quien fue maestra de Benja el año pasado, Patricia Alamino, es quien cuenta la anécdota, orgullosa. Porque Benjita, como ella le dice, era uno de esos alumnos que siempre estaba pegándoles a los compañeros. ¿Cómo logró Patricia el cambio de Benja? Aplicando recursos del coaching educativo.
“Las clases se volvieron más placenteras y alegres para los niños y para mí. Ellos no faltaban a clases. Los feriados se convirtieron en una mala noticia, en un día aburrido. Por mi parte, aposté al potencial de cada uno y mejoró su rendimiento en el estudio y hasta desapareció el nivel de violencia entre ellos. Los chicos aprendieron a cambiar sus emociones”, cuenta Patricia.
La maestra, al igual que muchos docentes tucumanos, tuvieron la oportunidad el año pasado de hacer un postítulo sobre coaching educativo que estuvo a cargo de los profesores Héctor Olmos Arévalo y Mariano Lescano, ambos coaches con certificación internacional de la ICF (Federación Internacional de Coaching). “Nuestra intención fue crear un puente entre el coaching y la educación, y creamos este modelo”, explica Olmos Arévalo a LA GACETA.
El modelo se dictó en formato de postítulo con puntaje docente en Tucumán en 2012 y 2013, y no se puede volver a repetir según las normas actuales. En cambio, en la Universidad Nacional de Santiago del Estero, el postítulo se dicta en forma permanente.
“El mayor logro es ver las transformaciones que se van produciendo en los docentes”, comenta el profesional. Olmos Arévalo entiende que en el modelo educativo actual “a los alumnos de los considera clones: que aprenden al mismo ritmo, que les gusta lo mismo, que tienen el mismo modelo de aprendizaje, los mismos intereses, etcétera. Y no es así. Ya está comprobado que hay cinco o seis inteligencias, y que cada persona desarrolla unas más que otras”.
Además, destacó que hay tres cerebros: el intelectual (el único que alimenta este modelo educativo), el emocional y el reptiliano, que controla el comportamiento y el pensamiento instintivos. Es principalmente reactivo a estímulos directos. Tiene que ver con los hábitos.
Añadió que su modelo apunta a que los docentes se vuelvan a conectar con su vocación y que logren desarrollar algunos roles.
Cinco claves
“Creemos que el educador debe asumir distintos roles para trabajar no sólo sobre los conocimientos, sino también sobre las creencias, los valores, los hábitos y las emociones”, explica el coach y luego detalla los cinco roles que considera claves.
1) Patrocinador: cree en el alumno más de lo que él mismo cree en él. Se compromete en la promoción de algo que ya está en la persona o en el grupo, pero que aún no se manifiesta en su plena capacidad. Trabaja desde el elogio y el refuerzo positivo.
2) Tutor: ayuda al alumno, con preguntas y otras herramientas, a que se conecte con creencias potenciadoras y no limitantes, facilita el descubrimiento de sus propias competencias inconscientes, así como la superación de sus propias resistencias e interferencias internas. El tutor educa la emoción. Se enfoca en los valores y creencias de los alumnos.
3) Guía: general el contexto para que el aprendizaje ocurra. Proporciona un entorno seguro y ofrece apoyo. Por ejemplo, si todos forman un círculo, eso invita a participar. Si están sentados de frente al profesor, invita a escuchar. A veces se recurre a una música u otras alternativas para hacer más apropiado el aprendizaje. Ayuda a calmar el pensamiento y a disminuir las interferencias internas.
4) Maestro: anima a sus alumnos a descubrir nuevas perspectivas y a repensar sus propias ideas. En lugar de limitarse a presentar nuevos contenidos, ayuda a los chicos a desarrollar nuevas estrategias de aprendizaje. Reconoce los modos de aprender de cada uno (algunos necesitan imágenes, otros aprender a través del oído, otros con el movimiento). Las metáforas son una herramienta clave para el Maestro. Permiten establecer paralelismos entre entornos y experiencias y ayudan al Maestro a hablar en el lenguaje de los chicos.
5) Entrenador: desarrolla la disciplina, trabaja los comportamientos. Extrae del alumno sus propias capacidades y las refuerza. Los entrenadores efectivos observan cuidadosamente el comportamiento de sus alumnos y les proporcionan indicaciones y guía sobre cómo mejorar en determinados contextos y situaciones. Da una noción de seguridad y facilita la incorporación de hábitos positivos, productivos.
“Con estos cinco roles se cubren los cinco niveles neurológicos de las personas -explica Olmos Arévalo. Todo esto implica centrarse en las fortalezas de los alumnos. Y la fortaleza no es solamente lo que les sale fácil sino también lo que les hace bien”.
HERRAMIENTA DE CAMBIO
Ponerse a la par del aprendiz
“El coaching puede ser una herramienta de cambio. El maestro coach rompe con el antiguo paradigma de tener el saber para transmitirlo y se pone a la par de su aprendiz para desafiarlo a ver todas sus capacidades, para alentarlo a encontrar lo que lo hace feliz, a cambiar su modo de ver las cosas (su observador) tantas veces como sea necesario, a desarrollar sus competencias conversacionales, a ser un buen escuchador, a ser respetuoso con el observador de los demás y competente en la coordinación de acciones con otros”, afirma Sarita Cardozo, coach ontológica y docente.
LAS POTENCIALIDADES
“Aprendí a escuchar y a preguntar”
“El coaching educativo me enseñó a reconocer y aceptar que puedo, que todos podemos, y que como educador debo guiar a mis alumnos para que ellos aprendan a reconocer su propio potencial”, cuenta Fátima Beatriz Paliza. Añade que aprendió a usar las preguntas para que los chicos descubran sus fortalezas, “a ponerme en el lugar del otro y escuchar para interpretar y comprender, no para responder, y también que las decisiones son personales, como así también las consecuencias de la determinación que se ha tomado”. “Es una herramienta poderosa”, afirma.
COMPROMISO CONCIENTE
“Miro a mis alumnos desde lo emocional”
“El coaching me permitió abordar las clases como un sistema donde las partes se complementan e interactúan, pude pararme en todos los ángulos del aula, no solo en sentido geográfico. Pude mirar la relación con mis alumnos desde el plano emocional, y asumirlos como seres que traen su universo a la clase y proyectan sus estados de ánimo como yo los míos. Pude derribar mis propios juicios y colaborar a que mis alumnos trabajen con los de ellos. Surgió entre nosotros un compromiso consciente en el proceso de aprender y enseñarnos”, dice Marcela Areal.
CON LA MENTE ABIERTA
Descubrir lo bueno dentro de cada uno
“El postítulo de Coaching Educativo me permitió abrir la mente, ver con mayor claridad y confirmar algo que venía pensando hace tiempo que se debería implementar en la educación. Porque uno, como docente, puede acompañar a los chicos no solo con los contenidos de las asignaturas sino también dándoles la posibilidad de encontrarse consigo mismos, de ayudarlos a que ellos descubran todo lo bueno que tienen dentro de sí, que descubran sus recursos, y hacer eso aprendiendo a escucharlos y a guiarlos con preguntas”, sostiene Guillermo Bertolino.
EXPERIENCIAS EN EL AULA
- Un viaje particular.- “Para un taller literario hicimos la experiencia de cerrar los ojos, relajarnos, y viajamos a un lugar hermoso. Cada uno tenía la opción de encontrar sonidos, imágenes, colores o fragancias significativas y agradables. Antonella encontró un perfume de manzanas que la lleva a esa experiencia cada vez que la necesita, ya que ese aroma le da paz. Roberto, Cuyo papá había fallecido hacía un año, encontró una carta de su padre en la que le decía que lo amaba”, cuenta Patricia Alamino, docente.
- Juegos.- La profesora Sarita Cardozo dice que ella pone en práctica los juegos, las preguntas que ayuden al alumno a encontrar en sí mismo el conocimiento y que procura generar contextos armónicos y agradables. “Un docente coach ve en sus alumnos pura posibilidad y tiene plena conciencia de que ellos llegarán hasta donde su maestro crea que pueden llegar”, afirma.
- Encuesa familiar.- “Una docente tenía que hablar sobre el trabajo y su impacto en la economía. Les pidió a sus alumnos que entrevisten a padres y hermanos que trabajan y luego que asocien esa actividad laboral de la familia a cómo contribuye a que todos tengamos una mejor sociedad. El impacto emocional de la tarea fue impresionante. Los alumnos se conectaron y hasta pudieron reconocer y valorar el esfuerzo de sus padres”, comenta el profesor y coach Héctor Olmos Arévalo.
- Opciones.- “Antonella amplió su mirada. Si pasa una señora y no me saluda, y yo digo que la señora no quiere saludarme, ella presenta otras opciones: que la señora no me vio porque iba distraída, que no se acuerda de mí o que no me distinguió porque es corta de vista”. (Patricia Alamino)