Maximiliano Rizzi - Agencia Reuters
BUENOS AIRES.- Los altos costos de alquiler de los campos en la Argentina amenazan con minar el negocio agrícola en la próxima campaña, lo que pone entre la espada y la pared a los chacareros que producen en predios ajenos en un país en el que el 70% de las tierras productivas son arrendadas.
La situación ha obligado a algunos dueños de campos a reducir los precios iniciales de alquiler para la temporada 2014/15, aunque en zonas marginales la ecuación sigue siendo demasiado riesgosa. Luego de una cosecha récord de soja y maíz en el ciclo 2013/14, muchos agricultores de Argentina dicen que, para que cierren las cuentas, podrían verse forzados a recortar su área de siembra o reducir su inversión, lo que impactaría en la productividad de la nueva campaña, que está a punto de comenzar.
En medio de una inflación galopante -estimada en 30% anual- y tras una devaluación a principios de año que hizo despegar los costos de insumos importados, los agricultores que cultivan en campos ajenos deben pagar casi la mitad de su cosecha por usar esas tierras.
La Compañía Argentina de Tierras calcula que el alquiler de un campo de soja para el ciclo 2014/15 en la zona agrícola central del país cuesta entre U$S 470 y U$S 530 por hectárea, dependiendo de la calidad del terreno, desde un nivel de entre U$S 420 y U$S 520 en la temporada pasada. Es decir que un agricultor que siembre soja en campos ajenos este año deberá pagar en concepto de alquiler entre 1,6 y 1,8 toneladas del grano por cada hectárea producida, más de la mitad del rendimiento promedio de la soja 2013/14 en la mayor región agrícola del país, que fue de entre 3 y 3,3 toneladas por hectárea, según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. “Hay lugares donde hoy se está dejando sin sembrar. O, si se siembran, se hacen con muy poca tecnología, con menos inversión”, dijo Omar Barchetta, director de la Federación Agraria Argentina.
En las zonas agrícolas de menores rendimientos, los costos son obviamente más bajos en términos absolutos, pero la inversión sigue siendo muy incierta para los chacareros.
Según un informe de la Comisión de Enlace -que agrupa a las cuatro principales entidades que representan a los agricultores- y otras asociaciones del sector, los altos costos e impuestos a la exportación de maíz, sumados a la caída de su precio internacional, harán que en muchas zonas no sea rentable sembrar el segundo cultivo más importante del país. Hace años que los productores se quejan de los elevados precios de alquiler, pero el negocio sigue su marcha y la campaña 2013/14 registró cosechas enormes, con 53 millones de toneladas de soja y expectativas de 33 millones de toneladas de maíz. A medida que se acercan las instancias de definición -en Argentina los planes de siembra suelen fijarse a último momento- muchos terratenientes están viéndose forzados a flexibilizar sus tarifas para no perder el negocio. Un estudio de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea) estimó que el precio de alquiler de campos en el país austral ha bajado en promedio el 1,3% respecto de la campaña previa.
Pero la reducción deberá ser mucho mayor si es que se busca mantener el amplio nivel de siembra de la temporada 2013/14, con 20 millones de hectáreas de soja y 6,1 millones de hectáreas de maíz según datos oficiales. Argentina es el mayor exportador de harina y aceite de soja del mundo, el tercero de la oleaginosa sin procesar y el cuarto de maíz.