El empresariado argentino está en un proceso de efervescencia. La reforma a la Ley de Abastecimiento y las medidas adoptadas por la gestión de la presidenta Cristina Fernández, en torno al litigio con los holdouts, han servido para consolidar un posicionamiento colectivo. La difusión del documento del Foro de Convergencia Empresarial, organizado ayer por el G15-T, y la fundación Federalismo y Libertad, en el Hilton Garden Inn Tucumán, fue en ese sentido: expresar el rechazo al intervencionismo estatal sobre las empresas y la necesidad de hallar una salida a la crisis de la deuda, en medio de una recesión económica. Lo expresaron los panelistas invitados: Luis Miguel Etchevehere (presidente de la Sociedad Rural Argentina), Jaime Campos (titular de AEA), Juan José Aranguren (presidente de Shell Argentina) y Cristiano Rattazzi (CEO de FIAT Argentina). Lo consolidó el jefe del Gobierno porteño, Mauricio Macri, en plena campaña hacia la presidencia. Pero, antes que todo, es fundamental que haya un cambio no sólo de la política, sino de la ciudadanía civil, tal como lo apuntó el padre José María di Paola, para combatir flagelos sociales como la pobreza y la drogadicción. Así transcurrió el panel de tres horas, moderado por Eduardo Braun y por el economista Gustavo Wallberg, al que asistieron cerca de 500 personas, según datos de la organización.
Álvaro Bulacio, de Argenti Lemon, fue el referente local que se incorporó al panel. Al arrancar con su exposición, dijo que la Convergencia Empresarial es una bocanada de aire fresco para este momento del país. “Argentina no está condenada al éxito ni al fracaso, sino que todo depende de nosotros mismos. Hoy somos pobres”, señaló. La misma frase exclamó Macri, que cerró la jornada de charlas. Incluso, al subir al estrado, con ironía, se quejó de que Bulacio no recibiera su diploma como sí lo hicieron los otros panelistas. Rápido de reflejos, Braun le contestó: “era una sorpresa; lo tendrá colgado en su oficina a primera hora de la mañana”. Hubo risas en el auditorio. Macri usó metáforas. Por caso, trastocó a los presentes cuando dijo que el rol del Estado es como una historia de amor. “Sueño con construir historias de felicidad, ayudando a la gente a que cumpla sus propios sueños, porque esa gente es lo mejor que tenemos”, dijo. Y remarcó que el país necesita hoy de un Estado que facilite y no que aplaste a sus ciudadanos.
“La Argentina está en un momento bisagra”, indicó respecto de los desafíos que se presentan. Eso mismo fue lo que puntualizó Jorge Malmierca, titular de la Fundación del Tucumán, al dar la bienvenida a los miembros del Foro de Convergencia, al que esa entidad local adhiere.
Macri aludió a la pelea con los holdouts. “No existe un complot en algún sótano de Nueva York para que a la Argentina le vaya mal, como tampoco encuentros para que le vaya bien”, completó. Y tuvo tiempo para despotricar contra todos los políticos -sin distinción- que gobernaron el país durante las últimas tres décadas. “No podemos volver a confiar en aquellos que nos gobernaron en los últimos 30 años. Tenemos que ser protagonistas del futuro. No es tan oscura la política; es cuestión de encender la luz”, arengó. Y fue más crítico contra las políticas de la presidenta Cristina Fernández: “la recesión la provocó un gobierno que destruyó la confianza, siendo la gestión que más impuestos cobró”, respondió ante una consulta del público.
Antes, Etchevehere había fustigado las mismas políticas, a las que tildó de” fracasadas, por los intentos de intervención al mercado, de poner precios máximos y mínimos y por impulsar la sanción de una ley que avanza sobre las empresas y los productores”. A ese rechazó se le sumó Aranguren, quien cree que, si prospera la ley de Abastecimiento, debe ser rechazada en la justicia por inconstitucional. Pero justo cuando entraba Macri al teatro, el CEO de Shell pronosticaba una eventual suba del combustible, por el desfase existente en la actividad. Aranguren afirma que es fundamental parar la pelota con propuestas a las que el Gobierno no quiere que sean debatidas en profundidad. “La confianza se restablece con el tiempo”, remarcó. Esas palabras fueron el corolario del clamor empresarial, por reglas de juego claras y por una transición más tranquila hacia el cambio de gobierno, en 2015.