Las autoridades de Seúl preparan un amplio dispositivo policial para evitar incidentes durante la visita del papa Francisco a ese país. La tendencia del pontífice argentino a romper con el protocolo y su abierto rechazo a las medidas extremas de seguridad preocupan a los surcoreanos.
Como sucede siempre, Jorge Bergoglio rechazó usar un vehículo blindado a prueba de balas para recorrer la capital y en su lugar, viajará en un utilitario de gama baja. Advirtió que tampoco está dispuesto a usar chaleco antibalas, según adelantaron fuentes de la organización e informó Télam.
Durante su viaje a Corea del Sur, que arranca hoy y que se extenderá hasta el lunes, el pontífice participará, entre otros eventos, en la ceremonia de beatificación de 124 mártires coreanos, que se hará el sábado en la plaza de Gwanghwamun de la capital. Este encuentro es el que plantea un mayor reto en materia de seguridad: se desarrollará en pleno corazón de Seúl y contará con 170.000 asistentes registrados oficialmente, aunque podrían congregarse hasta un millón, según la Policía.
Francisco emprendió ayer un viaje histórico a Corea del Sur. Es su tercer viaje internacional tras sus visitas a Brasil y a Tierra Santa. A este país llevará su interés en la evangelización de Asia y su deseo de reconciliación en la península. No obstante, será difícil que su presencia sirva para acercar a las dos Coreas, debido a que las autoridades norcoreanas rechazaron la invitación para enviar una representación.
Además de apostólica, la visita tiene cariz de histórica y un fuerte costado político, ya que sólo un 3% de los que habitan el continente asiático son católicos y su predecesor, Benedicto XVI, no logró llegar la región durante los ocho años de su pontificado.
“No sólo los católicos, sino todo el mundo en Corea admira al papa Francisco. Elogiamos su carácter abierto y su sencillez, y respetamos el modo en que se preocupa por los pobres y los marginados”, dijo el arzobispo de Seúl, Andrew Yeom Soo-jungen.
Es que Francisco decidió hacer un gran desvío sobre Europa, continente que encabezaba la lista de visitas de sus antecesores, para dar prioridad a los “márgenes” en la institución. La gran ambición del Papa, además, sigue siendo mejorar las frías relaciones del Vaticano con China. Su mayor desafío es poder acudir a ofrecer apoyo moral a los católicos que viven en el gigante asiático.