Concluyó ayer en Tucumán el 44° Congreso Argentino de Neurocirugía. Más de 300 especialistas, expertos internacionales y 90 residentes de neurocirugía participaron, expusieron, analizaron y debatieron sobre los últimos avances en diagnóstico, tratamiento y nuevas técnicas quirúrgicas mínimamente invasivas para resolver lesiones y patologías.
Uno de los disertantes, el doctor Miguel Ángel Arráez Sánchez, profesor se Neurocirugía en la Facultad de Medicina de Málaga, y jefe del servicio de Neurocirugía del Hospital Universitario de esa ciudad de España, abordó justamente dos temas que apasionan a muchos neurocirujanos: 1) los tumores de hipófisis y 2) las sofisticación del diagnóstico y de las técnicas endoscópicas que permiten extirpar tumores sin necesidad de realizar incisiones.
Antes de hablar con LA GACETA, el doctor Arráez Sánchez dijo sentirse honrado de estar al lado del neurocirujano argentino doctor Armando Basso. “Lo respeto y admiro profesionalmente porque marcó un antes y un después en este tipo de cirugías. El debería autorizarme a hablar de este tema...”, expresó en un gesto de humildad.
- ¿Por qué los tumores hipofisarios generan tanta inquietud en los pacientes?
- Los tumores en general (benignos y malignos) de 1 a 4 milímetros que se asientan en la hipófisis -una estructura glandular que tiene el tamaño de un garbanzo aproximadamente- al cabo de un tiempo pueden provocar la muerte del paciente si no se los extrae.
- ¿A qué se debe la gravedad?
- Un tumorcito aparentemente pequeño (como un grano de avena) puede pasar inadvertido en cualquier sitio del organismo, pero en la hipófisis, no. Este es un centro neurálgico porque produce las hormonas para la supervivencia, para la reproducción humana, para el crecimiento, la cortisona interna, la hormona tiroidea que son “las pilas” que le permiten al individuo funcionar. Y cuando falla la producción de todas estas hormonas el paciente entra en coma, no tiene vida.
- Es una patología del cerebro muy particular...
- Hablando de tumores benignos, una lesión despreciable por su ínfimo volumen puede llegar a matar al paciente. Porque la hipófisis deja de producir las hormonas esenciales para el funcionamiento orgánico, para vivir. Además, es una zona estratégica porque la glándula hipofisaria está al lado de los nervios ópticos y si los tumores crecen 1 cm o 1,5 cm pueden dejarlo ciego. Resumiendo: los dos principales enemigos en un paciente con tumor de hipófisis son el exceso o un defecto en la producción hormonal, porque puede producir ceguera y es, además, incompatible con la vida. Esta patología la tratan los endocrinólogos, y los neurocirujanos desde el punto de vista quirúrgico.
- ¿Cómo se extrae hoy un tumor de hipófisis?
- A diferencia de la mayoría de nuestras intervenciones, que son aparatosas porque tenemos que trepanar el cráneo, un tumor de hipófisis se extrae mediante técnica endoscópica a través de las fosas nasales. Estas son la puerta de entrada natural a toda la zona de la base del cráneo. Por esta razón, cuando sacamos un tumor de hipófisis el paciente sale del quirófano sin incisión. Antes de que me olvide: en Tucumán lo tienen al doctor Álvaro Campero, neurocirujano renombradísimo en tumores de hipófisis. A los dos nos apasiona este tema... (se ríe).
- ¿Cómo es la cirugía?
- Introducimos por las fosas nasales la diminuta lente del endoscopio y otros aparatos. Esta técnica tiene la virtud de amplificar en una pantalla la zona del tumor hipofisario a sacar, y de otras lesiones que estén por arriba o por debajo de la hipófisis, en la base del cráneo.
- Casi un milimétrico trabajo artesanal ...
- Nuestra especialidad tiene su cara y su cruz: la grandeza y la miseria de la neurocirugía se debe a que requiere un trabajo minucioso, milimétrico y de mucha precisión. Para nosotros, muchas veces, un milímetro puede significar la vida o la muerte.