Por Darío Coronel, de Corsa
La experiencia y las frustraciones fortalecieron a Matías Rossi, que este año parece encaminarse -de una buena vez- al título de TC. Con un nuevo sistema de campeonato, “El Misil” no especula y ante 40.000 personas logró su cuarto triunfo en el presente ejercicio. Fue en el circuito cordobés de Alta Gracia.
Como en 1988 (último año en que se corrió allí), un referente de Chevrolet terminó primero en el autódromo Oscar Cabalén.
El hambre de gloria es una comunión entre todas las partes en el Donto Racing, para el que corre Rossi. La performance de Rossi sobresale con 35 kilos de lastre en su Chevy. Tras lograr su 16ª pole, en Alta Gracia venció en la serie más veloz y en la final, neutralizada sobre el epílogo por el espectacular accidente de Mariano Werner, ganó de punta a punta. En el podio cordobés lo escoltaron Facundo Ardusso (Dodge), que sigue liderando el campeonato, y Guillermo Ortelli (Chevrolet). Gracias a este nuevo éxito, el de Del Viso abrochó ya 32 puntos de bonus (ocho por cada victoria) para la Copa de Oro, donde ya se clasificó junto a Ardusso, Christian Ledesma (Chevrolet) y Juan Manuel Silva (Ford).
Párrafo aparte para el accidente de Werner. Los corazones de todos se paralizaron en la 20ª vuelta de la final cuando su Ford terminó pegado al alambrado que separa la pista del público. El auto del entrerriano se quedó sin frenos en la curva 3 y ni la tierra arada ni las gomas de contención le impidieron llegar a donde estaban los fanáticos. En verdad, pudo ser una tragedia.