Unas cuantas vueltas alrededor del campo del estadio Monumental lo ponen a tono con su pasado. Leandro Díaz abre su perfil de niño maravilla del gol, el mismo que alguna vez demostró en distintas divisiones juveniles de Atlético. Díaz ya no es un niño, tampoco un veterano, pero sí un hombre hecho y derecho que volvió antes de lo pensado a sus pagos con una ilusión tremenda de lograr lo que todo futbolista añora alguna vez: alzarse con la gloria en el plantel superior.
“Salí cuatro veces campeón en Atlético, en las inferiores”, dice “Leo”, sin poder parar de reírse. En sus ojos fluye una especie de fuego melancólico. El punta estará ahora cerca de todo; estará en su casa, en la familiar y en la que le dio el empujón para volar alto y llegar a un club consolidado con Lanús, donde sus goles también hicieron acto de presencia.
“En Reserva y en Quinta levantamos la copa”, agrega el delantero sobre su fructífero paso por el “granate”, su escala previa al fútbol grande de Argentina. “Y con la Primera fuimos tres veces subcampeones”, completa sobre su palmarés en el “grana”. Su rostro hace desaparecer esa imponente sonrisa. Pareciera que Díaz se muerde los labios. La bronca de no haber podido consagrarse en “la grande” con Lanús es una espina, una herida que tratará de curar conquistando las redes de la B Nacional con el “decano”. “Uno cuando se va no quiere volver. Bah, en realidad sí, pero pensás hacerlo cuando sos grande. A mí me pasó algo diferente. Me llamaron ahora y bueno, se dio esta linda chance. Tengo que disfrutarla y jugar”, asegura quien ya pasó por Tigre y también por Everton de Chile.
Generalmente, el dinero es el gancho de tentación para cualquier futbolista. Si la oferta es buena, es como que el primer paso al sí está dado. Pero “Leo” piensa lo contrario cuando en el medio está su querido Atlético. Tiene ganas de aclarar esa cuestión. “No vengo por la plata, ni nada parecido. Ese nunca fue mi objetivo. Yo vengo por la gloria”. Es tan claro su mensaje que transparenta la necesidad del goleador de devolverle algo de lo mucho que Atlético le dio cuando chico. “Ja, si me preguntan cuántos goles hice acá no me acuerdo, pero bueno”, se disculpa y medio que pide paciencia. Enmendará el olvido con gritos frescos que ayuden al cumplir el gran objetivo de la casa de 25 de Mayo y Chile. Eso sí, a los tipos de su raza nada los conmueve. Menos cuando de su mayor tentación se trata. “Leo” Díaz es goleador. “Claro, siempre”, sentencia. El planeta “decano” espera gritarlos.