Las opciones para disfrutar de la vida silvestre en la provincia no se agotan en la espesura de las Yungas (circuito chico) ni en la árida inmensidad de los Valles Calchaquíes. El sur tiene su encanto, especialmente, el Parque Nacional Campo de los Alisos. Ubicado dentro del departamento de Chicligasta y a 12 kilómetros de la localidad de Alpachiri.
Un sitio que ofrece la posibilidad de pasar un día, acampar más de una noche, salir a recorrer su geografía a través de los senderos solo unas horas o días enteros. El ingreso ahora es más directo desde que se inauguró un puente sobre el río Jaya. No hay que pagar entrada y funciona los 365 días del año todo el día.
Esta reserva natural cuenta con la infraestructura necesaria para armar la carpa y pasar varios días (sanitarios y asadores), pero no hay almacenes cerca ni adentro del predio por lo tanto hay que llevar todo lo necesario. La última despensa cercana se encuentra en Piedra Grande, a seis kilómetros del lugar.
“Estamos recibiendo a diario gente de todo el país que se siente muy cómoda y hay familias acampando”, contó Daniel Vega Intendente del Parque Nacional.
Dentro de la reserva, a 4.400 metros de altura, en los Nevados del Aconquija, se encuentran las ruinas arqueológicas de La Ciudacita. Este sitio fue declarado por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad, ya que está incluida en el Qhapaq Ñan o Camino Inca que une seis países sudamericanos (Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia Chile y Argentina). Llegar hasta este punto requiere un buen estado físico, varios días de caminata y la colaboración de mulas para trasladar los equipos.
Para explorar
Pero no hay que desanimarse, se pueden conocer otros parajes dentro de la reserva. “Hay senderos para caminatas cortas y otros un poco más largos con distintos tipos de exigencias”, explicó Daniel.
Por ejemplo, en una caminata de una mañana se puede llegar a la zona llamada Los Chorizos. Allí funcionó un viejo aserradero.
Desde allí parte un sendero que desemboca en La Mesada o Puesto de Don Diego, se encuentra a 1.650 metros sobre el nivel del mar. Fue una casona vieja en la que vivían unos franceses.
“No es necesario ir acompañados. Hay guardaparques que indican el camino y todo está señalizado”, agregó.
El visitante podrá ir reconociendo distintos tipos de vegetación. Se encontrará con ejemplares típicos de las yungas: tipa, cebil colorado y lapacho; y con los de la selva de montaña: laureles, nogales, horcos molle y talas.
Entre los tesoros naturales también figura un nutrida lista de aves y mamíferos de mediano tamaño.
Para los exigentes hay travesías de varios días. Hay que tener en cuenta que a medida que se sube las diferencias climáticas son notables. Se pasa de una selva basal a los pastizales de altura. Por encima de los 2.600 metros las heladas y nevadas son frecuentes en invierno. Hay tramos en los que el ascenso puede darse dentro de una espesa niebla. Hacia el oeste del parque se encuentra el punto más alto de la provincia: El Clavillo, a 5.500 metros sobre el nivel del mar.
Por el momento -explicó Vega- solo se puede acceder hasta los 2.000 metros de altura porque las lluvias han deslizado las laderas y se borró parte de la senda.
Quienes decidan acampar deben tener en cuenta que las noches suelen ser heladas. Hay que llevar buenas carpas y aislantes, además del abrigo. A cambio, la reserva les dará eso que en la ciudad ya no se consigue: silencio y paz absoluta.
Vale la pena dirigirse al sur de la provincia para conocer esta joya natural.