Pasaron seis meses de que estallara el escándalo por el nombramiento de Marianela Mirra en la Legislatura -además de otras contrataciones de la mediática en el Estado en forma simultánea- y ninguno de los 49 parlamentarios sacó los pies del plato para explicar su designación. Mientras el kirchnerismo místico dice que lucha contra las grandes corporaciones que quieren derrocarlo, lo cierto es que la mayoría de ellas se han beneficiado como nunca con este gobierno, empezando por la corporación de la banca privada, que triplicó su PBI en la última década. “La corpo” es el cuco kirchnerista para asustar a los chicos, el molino de viento del Quijote, en una jerga neosetentista que intentó instalarse entre los jóvenes ilusionados y otros nostálgicos que siguen esperando la revolución contra un mundo que ya no existe. Eso sí, esperan cómodamente sentados y con sueldos de cinco dígitos.
En este país operan muchas “corpos”, algunas con matices mafiosos, como el fútbol y el juego de azar, otras para proteger el statu quo de los sectores de poder, como “la corpo” judicial, y otras que cultivan sus propios intereses en la fértil tierra abonada por la corrupción y la impunidad. Allí encontramos a la corporación política, y a los medios que se sirven de ella, a la delincuencia organizada, a las fuerzas de seguridad, que atraviesan perpendicularmente a todas las corporaciones, y a distintas corporaciones económicas, nacionales y transnacionales, entre otras organizaciones para institucionales.
La Legislatura provincial es una corporación hermética, cohesionada y funcional a la administración alperovichista, una gestión en donde todas las corporaciones antes mencionadas se pasean por la alfombra roja. “Hay dos cosas que jamás se van a conocer de la Legislatura: su lista de empleados y su presupuesto”, deslizó hace unos meses en una reunión social una persona que estuvo vinculada a los ejercicios contables de la Cámara.
Es que en esos nombres y en ese presupuesto está la llave que revela muchos secretos. El de Mirra es sólo un caso testigo, “caja chica” en el argot político, que trasciende por su alto nivel de exposición y porque exaspera a doña Rosa, que ve cómo esta chica salta de playa en playa y de Mundial en Mundial sin que nadie sepa aún por qué el Estado le pagaba un sueldo. Parientes, amantes, hijos fuera del matrimonio, amigos y amigos de amigos, entre otras devoluciones de favores, son moneda corriente en las contrataciones. Esto no es lo más grave, aunque sea irritante. Lo importante es que en esas listas está el mapa del armado político y los dineros que manejan. La clave de cómo algunos han podido vivir del Estado desde la vuelta de la democracia a esta parte y siguen, inamovibles, desangrando al erario público.
Ayer se produjo una fisura en “la corpo” legislativa. Una puntera política denunció a Guillermo Gassenbauer, hijo de la mano derecha del gobernador, por estafas con planes sociales. En la demanda presentó una grabación (que seguramente no será aceptada como prueba por la Justicia) en donde supuestamente Gassenbauer -o el mejor imitador del mundo- admite escandalosos hechos de corrupción con los planes sociales que reciben las cooperativas. En el audio, Gassenbauer -o el mejor imitador del mundo- salpica de lo lindo al Ministerio de Desarrollo Social que encabeza Beatriz Mirkin, al que señala como el encargado de tapar todos los negociados ante una posible auditoría de la Nación. Sobre el final, la grabación sorprende con una joyita para el mundillo político. Gassenbauer -o el mejor imitador del mundo- dice: “Este circuito (Villa 9 de Julio) a mí me tiene cansado, ya no me interesa. A este circuito lo gana el radicalismo, no va a ganar el peronismo, lo gana Cano por cagada. Por eso yo me estoy yendo a otro lado...”.