En el Renacimiento, cientos de artistas comenzaron a recorrer los poblados del viejo continente, llevando piezas humorísticas de lugar en lugar. Los llamados cómicos de la legua tuvieron gran desarrollo en la España del Siglo de Oro, con monólogos o en pequeñas compañías, creando un teatro itinerante que generaba en cada plaza donde se presentaba un acontecimiento social de importancia, y motivaba no tan sólo la distracción sino también la reunión de los vecinos y el debate.

Esa tradición de actor trashumante se personifica en este tiempo en Osqui Guzmán, quien desde hace años va de sala en sala presentando sus espectáculos. Hoy y mañana lo hará en Tucumán, encabezando el elenco que trae “Toc toc”, la comedia sobre los trastornos obsesivos compulsivos de un grupo de pacientes que se encuentran en la sala de espera de su médico, que se mantiene desde hace temporadas en la porteña avenida Corrientes.

El rotundo éxito de la obra hizo que se organice un segundo elenco, que debutó en el verano en Carlos Paz y se llevó numerosos premios, y que ahora es el encargado de la gira por el interior del país. Junto a Guzmán, actúan Patricia Echegoyen, Ernesto Claudio, Juan Grandinetti, Leticia González de Lellis, Lara Ruiz y Maida Andrenacci, dirigidos por Lía Jelin.

“Llevamos 89 funciones en este año, sin contar temporada turística. ‘Toc toc’ es un sorprendente suceso del teatro nacional, de esos que se dan muy de tanto en tanto, porque llena las salas adonde vamos y necesitamos volver para responder el pedido de la gente que se queda afuera. El público se divierte y se ríe de la obra, que tiene todas las convenciones clásicas de la comedia que siempre existió”, le dijo Guzmán a LA GACETA.

- ¿Cuál es el motivo del éxito?

- Hay algo especialmente atractivo. La gran empatía que genera el tema de la obra permite hablar de las manías y que el público las reconozca en sí mismo o conozca a alguien que la tenga. Circula el boca a boca y las recomendaciones.

- ¿Cómo te sentís integrando un segundo elenco?

- Muy bien. Se lo formó el año pasado para las giras, con algunos temores y fue una experiencia bastante extraña, y en absoluto impactó en la calidad.

- El público suele identificarse con algún trastorno, ¿y vos?

- No me identifico con ninguno; quizás un poco con el de la simetría o el de no pisar las rayas en el piso. Pero son más un juego que un trastorno, incluso lo hago hoy por hoy, y me nace inconsciente. Es una diversión de la mente, un espacio lúdico personal, pequeños retos imprevisibles e inútiles pero entretenidos para sobrellevar la rutina.

- La temporada en Carlos Paz ha cambiado en el último tiempo.

- Sí, hay una diversidad de propuestas hace que el público se vaya más enriquecido de Carlos Paz. Nosotros éramos lo novedoso, lo distinto, el refugio intelectual aunque sea una comedia bastante simple que no le da respiro al espectador ni a nosotros. Es una propuesta bastante desopilante y muy novedosa, porque muchos entienden que los TOC tienen cura y se puede tratar.

- El año pasado estuviste en la provincia con “El Bululú”...

- Volver a Tucumán es hermoso, tengo compañeros y amigos, como la gente de Él Árbol de Galeano. Lo lindo de viajar actuando es que no es algo turístico, sino que te encontrás con alguien que se dedica a lo mismo que vos, y compartimos alegrías, búsquedas, intrigas poéticas y productivas; es un espacio de encuentro.

- ¿Vas a seguir con esa obra?

- La represento cada vez que puedo. Para mí es casi un biodrama, porque en esa obra no hablo de otra persona más que de mí mismo, con la particularidad de estar actuándolo en el escenario. Tiene una carga especial, y en los días de descanso de “Toc toc”, voy a hacer “El Bululú”. Van pasando los años desde que lo estrené y sigo motivado en hacerlo, porque me llaman ciertas cuestiones que son más íntimas que artísticas.

- ¿A qué responden?

- A una suerte de sentimiento profundo, de homenaje y de vivencia, a pensar constantemente en las raíces y de dónde viene uno. Por más que uno avance en la profesión, no hay que soltar las raíces nunca. Soy testimonio de esa frase de camiones que dice: “nunca mires mis logros sin mirar mis sacrificios”.

- ¿Y hubo muchos?

- Sí, hubo mucho esfuerzo, pero no me generaba dolor ni tristeza. Era hacer un esfuerzo más para llegar al Conservatorio (Nacional de Arte Dramático), ensayar, actuar. Mi mamá bailaba folclore y a veces veía a su profesor zapateando horas y horas; él les decía que cuando uno se dedica a algo que ama, no se lo mide. Ahora le estoy dando forma a algunos sueños, con obras y creaciones mías.

- Hubo un primer “Bululú”, de José María Vilches en los 70 y 80. ¿Llegaste a verlo?

- No, me la contaron y escuché su obra en casete varias veces. Su muerte fue muy dolorosa para muchos. “El Bululú” que yo hago es distinto, pero también tiene puntos de contacto, porque mientras Vilches honraba a sus dos patrias, su España natal y la Argentina que lo recibió, yo a una tercera, con la raíz y la cultura boliviana, porque nacido aquí como soy fruto de la nueva inmigración. Y es evidente que hay algo que le pasa al público con esta obra, y hay que respetarlo. Es lo fundamental en nuestra profesión.

ACTÚAN HOY Y MAÑANA

• A las 22 y a las 20, respectivamente, en el teatro Alberdi (Jujuy y Crisóstomo Álvarez)