Un rumor de botines y poesía gambetea el laberinto de la memoria. La roja y blanca de Nuñorco dibuja un zigzag en la palma del silencio. El wing izquierdo hace bailar la zurda en la baldosa de la alegría. En su boliche, la amistad tiene canilla libre. La cofradía alborota versos. El choque de vasos inaugura la risa. Ellos se juntan a desplumar la siesta, a despabilar el bienbec de la ternura. Del abrazo. La guerra de migas, que se ha llevado alguna vez un ojo, emerge lozana de picardía.

Las anécdotas de Capilla, alias Damián Sánchez, sazonan la algarabía. “Siempre andaba mamao. Para llegar a la casa tenía que cruzar el arroyo El Tejar y le pedía a su mujer que lo hiciera pasar. ‘¡Che, Negra, haceme cruzá que no tengo sobria las canilla!”, le aulló desde la orilla a la madrugada. Ella se acercó. Él se le subió a turucuto. En la mitad del arroyo, tropezó, trastabilló y lo volteó. Revolcado donde el barro se subleva, él le gritó: ‘¡Tení cero en cruzada!’”, cuenta Fuyi Jugo.

Las manos se estrechan. Los gestos hablan de la vida que se ejerce en un poema, en un bandoneón trasnochado, en una guitarra preñada de zambas. El gastado cartel “Restaurant Luna” les da la bienvenida a Armando Tejada Gómez, Hamlet Lima Quintana, Quinquela Martín… entreveran su arte con el de Manuel Aldonate, el Pila Pireda, Machi Márquez Alurralde, Ernesto Toledo Núñez, Dionisio Campos, Puga García… todos se nutren de la breve locuacidad y la bribonería del Juan Luna, que con las piruetas de su zurda encanta la vida y a los cofrades del alma. Las voces pintan con vino sus versos en las paredes del boliche de la 25 de Mayo.

Los duendes bardos merodearán tal vez en el Día del Amigo las ruinas del restaurante del Chori Luna, que se fue en octubre de 1986, donde fueron tan felices. Quizás recitarán con el querido Aldonate: “Partir… es alzarse a la luz del firmamento cual paloma de gracia por el viento en busca del perfume y de la rosa. Y es regresar -amigo-, te repito, desde cualquier rincón de la memoria hacia el lugar donde un día nuestro grito, alzado sobre el árbol y la historia trepó por las guitarras de un enero a bautizar la tierra de Monteros”. ¡Un abrazo de gol, Chori!