“Para hablar de hechos de corrupción hay que aportar pruebas. Y si las llegaran a presentar vamos a acabar con la corrupción”, aseguró Jerome Valcke, secretario de la FIFA y mano derecha de Joseph Blatter, presidente de la entidad. Horas después, el escándalo por la reventa de entradas creció a niveles insospechados y amenaza con poner en jaque a las máximas autoridades de la FIFA.

La Delegación de Represión de Actos del Crimen Organizado, por orden de la justicia brasileña, está detrás de dos pistas. La Argentina, en la que está involucrada la AFA, y la Internacional, por la que ya fueron detenidas varias personas vinculadas a la FIFA.

En un informe especial difundido por la cadena ESPN se puede ver a Omar Souto, gerente de Selecciones de la AFA, vendiendo entradas en los lobbies de hoteles donde se alojó la delegación argentina. “Sí, se vendieron las entradas que le correspondían a la AFA, pero no podemos determinar si algunos de esos compradores las revendieron”, explicó desde Buenos Aires Luis Segura, uno de los espadachines de Julio Grondona, presidente de la entidad madre del fútbol argentino, y segundo al mando de la entidad afista.

A las autoridades del país no les cierra en lo más mínimo esta explicación. La consideran infantil teniendo en cuenta lo que pasó en tierras brasileñas. Se preguntan, además, cómo puede ser posible que miles de hinchas argentinos hayan deambulado desde el inicio del certamen buscando localidades para ingresar a los estadios donde se presentaba la Selección y la AFA nunca informó oficial y públicamente que tenía boletos extras para comercializar.

Los investigadores también tienen en cuenta el escándalo en el que se vio involucrado Humberto Grondona, hijo del presidente y entrenador del grupo de juveniles que actuó de sparring del plantel que dirigía Alejandro Sabella. En las redes sociales se viralizó la entrada de protocolo a su nombre que compró en el mercado de reventa una fanática para ver a la “albiceleste” contra Bélgica por los octavos de final.

Grondona (h) se defendió asegurando que él se la había obsequiado a un amigo y que no podía precisar si él la había revendido, teoría que está de moda en estos momentos. “No me voy a quemar ni necesito dólares”, había declarado en un programa de “TyC Sports”.

Sin embargo, la FIFA le pidió un informe por escrito para que explicara esta situación, sin importarle que su padre sea uno de los vicepresidentes y hombre de confianza de Blatter (¿le soltó la mano el suizo?). Pero hasta el momento, la entidad no informó si se cumplió con el pedido y, si se hizo, cuáles fueron los argumentos del hijo del mandamás de la AFA.

En la edición del domingo pasado, el prestigioso diario “O Globo” -el más importante de Brasil- publicó una nota sobre Grondona, a la que tituló: “el dueño del cofre del fútbol argentino”.

“Don Julio, como es conocido en Argentina, en diversos informes fue involucrado en la reventa de entradas de la competencia. En esta Copa del Mundo, su hijo recibió entradas de protocolo, como ocurre con los hombres más poderosos de la FIFA, que terminaron en el mercado de la reventa de entradas”, se pudo leer en el artículo firmado por Jorge Luiz Rodrigues.

Marche preso

Los dirigentes argentinos pudieron regresar al país bajo sospecha, pero sin problemas. No le ocurrió lo mismo al inglés Raymond Whelan, director de la empresa Match que fue acusado por la justicia brasileña de dirigir la mafia de la reventa de entradas. Los investigadores dicen tener pruebas de cómo funcionaba la organización. Whelan, que de estar alojado en el Copacabana Palace, el mejor hotel de Río de Janeiro, con los directivos de la FIFA, pasó a una cárcel común, se encargaba de juntar las entradas y luego lanzarlas al mercado negro.

Match es empresa asociada a la FIFA -un rumor indica que el yerno de Blatter es accionista- que tiene exclusividad en la venta de paquetes turísticos con los tickets. Valcke confirmó que para este certamen le entregaron 3,2 millones de localidades comunes y otras 300.000 para que sean comercializadas entre unos 11.000 clientes corporativos e individuales. Anunció que todas habían sido vendidas. No conforme con ello, se especula que Whelan, al llegar a Brasil, comenzó a mover sus amistades para conseguir más localidades. Por esa razón, también están detenidos otro inglés, Roger Anthony Leigh y el argelino de origen francés Mohamodou Lamine Fofana. La Justicia brasileña cuenta con un as en la manga. Tiene una escucha telefónica entre Whelan y el empresario carioca Alexander Marino Viera. Este pagaba un millón de reales (U$S 500.000) a cambio de entradas. En ese paquete también se contemplaba destinar 50.000 reales (U$S 25.000) para sobornar a la policía y evitar ser descubierto. Esto recién comienza y falta mucho por descubrir.