Son tan estructurados, que cumplen a rajatabla hasta los horarios de festejos. Llegaron del Maracaná apurados y cantando pasadas las 22. “Estamos muy contentos. Desde hace 24 años que esperábamos este título”, dijo Albert que reconoció que su seleccionado “venció a un gran rival”.

Su amigo Gustav no podía ocultar su felicidad. “Hablé con mi novia y me dijo que en mi país estaban todos locos. Pero vamos a celebrar lo justo y necesario”, comentó en una charla con LG Mundial.

Él, junto a un grupo de 20 alemanes, se instaló en un restaurante cercano para seguir celebrando. Tomaron cerveza, comieron los platos típicos brasileño y vieron la repetición de la final que habían visto en el Maracaná. Hubo un par de gritos, pero nada más.

La gran mayoría hizo un recorrido por Lapa, el barrio de mayor movida nocturna de Río de Janeiro, pero también fueron tranquilos y sin ningún sobresalto. Fueron los cariocas que se encontraban en esa zona lo que les pusieron calor a la noche.

Cuando se le comentó que en Argentina se había festejado el subcampeonato, Gustav dijo: “Argentinos locos. En ese país hay mucha fiesta”.