Ignacio Naya - DPA

RÍO DE JANEIRO.- La coronación en el Maracaná de la Alemania dirigida por Joachim Löw supuso el triunfo de una revolución futbolística. La coronación rubricó con un éxito rutilante la arriesgada transformación que el fútbol alemán emprendió hace 10 años de la mano de Löw y de Jürgen Klinsmann.

Fue el apogeo de una de las mejores generaciones de jugadores del país, que terminó con 18 años de sequía de títulos tras la Eurocopa 1996. Con ellos, Alemania abrazó el fútbol moderno y se abrió a una nueva dimensión, en la que la fuerza, la presión y el juego aéreo pueden convivir con la técnica, el control del juego y la finura en los pases.

Ese cambio radical en los conceptos se fraguó en julio de 2004. El ex delantero campeón del mundo en 1990 acababa de ser nombrado seleccionador y quería que Löw lo acompañara como número dos en una aventura incierta, ya que en apenas dos años debían revitalizar una selección alicaída tras el fracaso en la Eurocopa.

La dupla sacudió todos los estamentos. Modernizó el funcionamiento del fútbol alemán, incorporando un mánager, entrenadores físicos importados de Estados Unidos, psicólogos deportivos y expertos de otros deportes. Klinsmann era el alma carismática. Löw, un discreto ex jugador al que todos llamaban “Jogi”, fue el cerebro futbolístico.

“Había sido profesional durante 18 años, y en esos 18 años ningún técnico supo explicarme cómo se mueve una defensa de cuatro. Con ‘Jogi’ lo entendí en un minuto”, recordó Klinsman. “Lo que me fascinaba era su forma de pensar clara y directa”, agregó. Juntos rejuvenecieron a la selección y la llevaron a las semifinales de su Mundial en 2006, para entusiasmo de millones de compatriotas.

Tras la salida de Klinsmann en 2006, Löw asumió de forma natural su relevo y profundizó la transformación del equipo. Durante años, el técnico chocó contra su espejo, la España de sus admirados Xavi Hernández y Andrés Iniesta. Ante ellos perdió la final de la Eurocopa 2008 y las semifinales del Mundial de 2010.

Pero lo peor llegó con la derrota en las semifinales de la Eurocopa 2012 ante Italia. Pese a la regularidad del equipo, Löw fue duramente criticado en casa, donde se le acusó de haber desvirtuado la identidad del fútbol alemán, siempre competitivo y ganador.

Löw aguantó el chubasco y sacó enseñanzas. Sin renegar de aquello en lo que creía, el técnico decidió también trabajar en las viejas virtudes alemanas, como la estrategia a balón parado y el juego aéreo.

Para Löw no es el final de nada, sino un paso más en el camino. Él tiene contrato hasta la Eurocopa 2016, donde prácticamente todos los jugadores que estuvieron en Brasil podrían volver a formar parte del equipo. La media de edad del grupo es de 25,7 años.

Millones de practicantes federados, estructuras sólidas, clubes poderosos y una selección puntera: el equipo de Löw tiene las bases para marcar una época en los próximos años. Como tituló el diario brasileño “O Globo”, Alemania es el “pais do futebol”.